Hasta antes de la pandemia, la educación parecía resistirse a la inteligencia artificial (IA), pero ahora el mundo está hiperconectado y lo digital se ha convertido en un nuevo lenguaje universal.
“90% de los profesores en Reino Unido ha usado alguna tecnología educativa —que nunca antes habían empleado— y la recomendarían a algún compañero”, cuenta Rose Luckin del Instituto de Educación University College London y directora de EDUCATE, un centro en Londres para startups de tecnología educativa (EdTech).
La experta suele comparar la IA con abrir la “caja negra” del aprendizaje. Si bien es una tecnología que puede ayudar a la comprensión de datos, ¿cómo resguardar la privacidad?
La interrogante desprende más preguntas a su paso y los expertos en EdTech hablan sobre ellas durante una entrevista para Tec Review en el Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE).
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La IA tiene mucha publicidad negativa, principalmente por las películas de ciencia ficción. “Pero esta tecnología nunca superará la inteligencia humana, porque la nuestra es mucho más compleja”, dice Luckin.
Los sistemas que tenemos ahora son inteligentes, pero en formas mucho más específicas. Por ejemplo, un vehículo autónomo no puede jugar ajedrez y una máquina de ajedrez no puede conducir un automóvil. La IA es muy específica en su aplicación, explica.
“Cuando programamos las máquinas, lo que más cuesta es hacer que hagan lo que damos por hecho, las reglas no escritas de la sociedad”, expone. Por ejemplo, éstas no pueden manejar las relaciones interpersonales como las manejamos nosotros.
La IA no es buena para el desarrollo de una relación profunda y significativa con otro humano y las relaciones son muy importantes para dar mensajes de calidad en la educación.
“La IA no va a reemplazar a nadie, más bien aumentará y mejora la educación”, dice Luckin. (Foto: Captura de pantalla de Zoom)
Es así como nunca nos reemplazará, pero sí mejorará algunos aspectos. “Para lo que sí es buena, es para el procesamiento confiable de grandes cantidades de información, algo que a los humanos nos cuesta mucho trabajo”.
Otro ejemplo lo da Avi Warshavsky, fundador y CEO of MindCET EdTech Innovation Center y miembro de la junta directiva del Centro deEducativa de Israel.
“La IA puede ser muy bien utilizada para el aprendizaje de idiomas, porque la máquina no está juzgando y es una gran manera de aprender. Un sistema de diálogo sin juicio”.
La IA está basada en datos, a partir de ellos analiza, resuelve problemas, identifica patrones y más.
El primer paso para explicarle a la gente qué pasará con sus datos, es “empoderarla, necesitamos educar, ayudarlos a entender qué es la IA y por qué necesita datos y qué puede hacer con ellos”, explica Warshavsky.
De esa manera será más sencillo que decidan si quieren que se use su información. A esto se le conoce como aplicación ética de la inteligencia artificial.
Sin embargo, existen muchas interrogantes. Advierte que los especialistas en EdTech deben preguntarse muy bien para qué van a acumular datos.
Por ejemplo, cada vez que la investigadora Luckin decide trabajar con datos pasa su decisión por un comité de ética.
De hecho, en 2018, Luckin y Anthony Seldon fundaron el Instituto de la Inteligencia Artificial Ética en la Educación en Reino Unido para que se respeten las leyes y haya un acuerdo respecto a la protección de los datos entre Europa y el Reino Unido.
Una de las soluciones que ha aplicado es programar la IA para aprender comportamientos de manera anónima.