El neurocientífico Antonio Damasio (Lisboa, 1944) lleva años defendiendo en libros como El error de Descartes que la división entre mente y cuerpo que Occidente arrastra desde la antigua Grecia está equivocada: no es posible racionalidad sin emoción. Sin sentimientos. Si no, se acaba en el dogmatismo, el imperialismo, el fascismo. En su penúltimo libro, El extraño orden de las cosas (Destino), iba más lejos y afirmaba que los sentimientos son el origen de nuestra cultura: nos impulsaron a interrogarnos por el mundo y tratar de resolver los problemas que se planteaban a nuestra supervivencia. El director del Instituto del Cerebro y la Creatividad en la California Southern University publica Sentir y saber (Destino), en el que recorre la evolución de la consciencia desde las bacterias a la inteligencia artificial.
Damasio explica por videoconferencia que el nuevo libro ha surgido “de la necesidad de explicar mis teorías de manera diferente. La cuestión de la consciencia es capital. Y muy controvertida. No tenemos una o dos soluciones para ella, sino cuatro o cinco. Es un batiburrillo. Incluso hay gente que piensa que es un misterio que no será resuelto. Y en este estado de controversia, si no confusión, existe la tentación de alguien como yo, que piensa que hay respuestas mejores que otras, de hablar de cómo hemos progresado”.
Además, reconoce, sus ideas han evolucionado. “Lo más importante viene con la primera palabra del título, sentir . Siempre he dado importancia a los sentimientos, pero seguía el flujo de otros que decían que había que explicar la consciencia comenzando por arriba, explicando primero lo más complicado, como la visión, la escucha, el razonamiento, la creatividad, y creo que eso está equivocado. Son funciones subsidiarias de los sentimientos, sentir es el inicio de la historia, es lo que inaugura la conciencia. Luego llegan desarrollos que nos permiten estar hoy aquí hablando en idiomas y traduciendo mis pensamientos al inglés. Importante, pero comienza con sentir”.
Sobre las visiones confrontadas en el campo de la consciencia, señala que “una dice que no es explicable y me parece incorrecto. Luego tenemos otras que empiezan en un alto nivel de complejidad. Son incapaces de acabar de explicar la parte profunda, cómo sentimos, cómo experimentamos. Que es lo que quiero hacer. Luego hay gente que desesperada por una explicación va en la dirección contraria y dice que la conciencia está en todo en la naturaleza, en la piedra, la materia. Es el panpsiquismo y es muy difícil para mí entender cómo las piedras son conscientes. Y hay una posición simple materialista que dice que todo esto ha de venir de la materia y se encontrará un día y mientras, explicamos las cosas gradualmente. La percepción, la lengua, partes del puzle, y finalmente tendremos la conciencia. No contesta la cuestión crucial”.
Su visión es que en un momento de la evolución los sentimientos eclosionaron espontáneamente. Y comenzaron a guiarnos. “Dada una cierta complejidad en un organismo que tenga un sistema nervioso, ambas cosas combinadas permiten la interacción de la representación del cuerpo con el cuerpo mismo. Y de esa interacción nace el sentir. Los sentimientos te dan información directa. Te dicen si estás hambriento, sediento, si tienes dolor, si no te sientes bien o tienes deseos… Información que nos permite actuar, tomar decisiones. Con la entrada de sentimientos en la evolución ya no eres como las bacterias o las plantas que tienen acciones inteligentes pero no saben que lo están siendo. Los humanos continuamos haciendo muchas cosas con esa inteligencia encubierta, no hemos de decirle al corazón que lata, pero tenemos una parte de la vida conducida por el conocimiento, y el conocimiento fundamental viene del sentimiento”.
Unos sentimientos que son una interacción entre nuestro cuerpo y nuestra mente. “Si los analizas siempre te dicen algo de tu vida y de tu cuerpo. Es su cometido. Si dices estoy de bajón por algo, no me siento bien, si dices qué día tan bonito, estoy lleno de energía... son sentimientos del estado de tu cuerpo. Tienen que ver con la energía y la manipulación de la energía, si hay suficiente o no, si caemos o ascendemos, el sentimiento es el embajador de todos esos acontecimientos. La consciencia es primariamente sobre lo que sucede dentro del cuerpo, no sobre el mundo de fuera”.
Hoy identificamos los sentimientos como algo de la vida personal, exterior, y Damasio entiende que es una equivalencia de nuestra estructura interior. “Los sentimientos interiores, los que vienen del cuerpo, son el dispositivo maestro y todo lo demás está basado en ellos. Y nos dan un sentimiento de yo que nos permite certificar que las cosas que están en tu mente están en tu cuerpo también y hacer todo lo que hay en el mundo consciente, la música que oyes, las cosas que ves”.
Toda esta complejidad le lleva a aventurar que no se podrá descargar nuestra conciencia en un ordenador: “Sería como copiar una receta en vez de tener el plato de comida. Una cosa es la tarta tatin y otra tener su receta”. Sobre el debate eterno del libre albedrío, dice que somos títeres del dolor y el placer y ocasionalmente tenemos espacio para nuestra creatividad. “Si te sientes hambriento y sediento, ¿tienes libre voluntad para no beber o comer? Eres un sirviente o un seguidor de esos sentimientos homeostáticos que están ahí para protegerte de no hacer lo adecuado para seguir vivo. Al revés, cuando estamos a gran altura en nuestra creatividad tenemos momentos de libre voluntad”.