El testimonio del nicaragüense Samir Saavedra Obregón, de 49 años, quien enfermó de covid-19 de forma grave y sobrevivió, después de varios días internado en el Hospital Vivian Pellas. “En la semana que me contagié me iba a vacunar”, explica. Con autorización de él compartimos el texto íntegro que escribió para sensibilizar a la población respecto a la pandemia.
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Mi historia puede ser la tuya. Antes de todo, deseo agradecer primero a Dios por su misericordia de tenerme aquí y gracias a todos, al personal médico, familiares, amistades y personas anónimas que no conozco, que se manifestaron de alguna forma para mi recuperación.
El lunes 16 de agosto iniciaron los primeros síntomas con una gripe leve. Los tuve durante el lunes y el martes, pero el miércoles desaparecieron. Para ese entonces, mi esposa, embarazada de 35 semanas, ya tenía los síntomas más acentuados y había perdido el olfato. Ahí nos dimos cuenta que estamos contagiados con la covid-19.
El jueves 19 y viernes 20 de agosto, comencé a presentar síntomas de tos, picazón en la garganta, por lo que decidí tomarme ivermectina, azitromicina y loratadina. Después los doctores que me atendieron me explicaron que esas medicinas, se ha comprobado que no ayudan en nada, sobre todo con la nueva variante delta, por lo que a nivel mundial ya no son parte del esquema de tratamiento de la covid-19.
El sábado 21 iniciaron las calenturas persistentes arriba de 38.3 grados que me obligaron a permanecer en cama. Mi esposa consiguió una cita con el doctor Carlos Hernández, que atiende en el Hospital Vivian Pellas. El doctor fue bien directo, me explicó que la covid-19 es como una gripe común, pero más fuerte en el 85% de las personas, y que se deben ir tratando los síntomas conforme vayan apareciendo.
El doctor enfatizó que hasta dónde íbamos en la enfermedad, no debía tomar ningún tipo de antibiótico. Me mandó a estar alerta a los síntomas de alarma y estos podían ser: calenturas persistentes mayores de 38.4 y nivel oxígeno por debajo de 92. También, estábamos en comunicación con el doctor Leonel Arguello, quien siempre estuvo atendiendo nuestros llamados y sus recomendaciones coincidían con el doctor Hernández.
Las calenturas continuaron desde el sábado 21 al martes 24 de agosto, presentando también: diarrea y vómito moderado. Ya para ese tiempo el doctor Hernández me expresó su preocupación pues ya no le estaba gustando nada esa “calentura rebelde”, que debía hacerme unos exámenes, para saber cómo se estaba desarrollando el virus en mi cuerpo y que si continuaba así tendría que hospitalizarme.
El jueves 26 de agosto por la noche, mí nivel de oxígeno comenzó a bajar. El doctor Leonel Argüello nos recomendó que debía conectarme a un tanque de oxígeno y enfatizó que debíamos vigilar que la saturación no debía bajar de 90, de lo contrario, tenía que irme de emergencia al hospital. Ya para ese entonces, teníamos los resultados de la batería de exámenes que me había mandado el doctor Hernández, quien nos llamó por teléfono a eso de las diez de la noche para decirnos que yo estaba entrando en una etapa de alto riesgo, todos los resultados salieron súper elevados. La Ferritina me salió en más de 1,500 (lo normal es hasta 400); el PCR me salió en más de 100 (lo normal es hasta 5); y el resto de exámenes por las nubes.
Ante esta realidad, el doctor Hernández tomó la decisión acertada de mandarme a poner anticuerpos para ayudarme a bajar los niveles de inflamación que tenía. Aún quedaba pendiente otro examen, más especializado, que me había mandado hacer cuyo resultado estaría listo al día siguiente. El viernes 20 de agosto, me ponen los anticuerpos, me mantengo con oxígeno todo el tiempo, pero pasé una muy mala noche, pues la tos me regresó con más fuerza.
En la madrugada del sábado 28 de agosto, a las tres de la madrugada, mi esposa le envió al doctor Hernández los resultados del último examen que hacía falta, se trataba del examen llamado “PLATELIA AG GALACTOMANANO ASPERGILLUS”, que sirve para saber si la covid había provocado que tuviera hongo en los pulmones. El resultado era positivo.
El doctor Hernández me dijo textualmente: “Samir esto es muy grave. Necesitas hospitalización de emergencia ya. Hoy mismo tienen que iniciar tratamiento sino te vas a complicar más de lo que ya estas”.
En un instante experimenté lo mismo que los bateadores rivales de Jonathan Loáisiga, cuando les tira un sinker a 100 millas por hora a las rodillas, se quedan perplejos… así me quedé yo.
En ese momento supe que, la caminata que llevaba tranquilo con la covid-19 siendo parte de ese 85% de personas a quienes se les presenta como una fuerte gripe común, había quedado atrás, ahora era la covid me estaba amenazando a dar un paseo por el valle de la muerte.
Ese mismo sábado 28, apenas amaneció, alistamos lo esencial y nos fuimos al hospital donde estoy asegurado buscando el tratamiento para el hongo que debía empezar ya si quería sobrevivir, y es en ese momento cuando me enfrenté a la realidad del sistema de Salud de Nicaragua.
El Hospital Salud Integral me atendió bien desde que llegué. En otras ocasiones había recurrido a dicho centro hospitalario y la atención siempre ha sido muy buena, no me quejo, creo que la labor que está haciendo el personal médico es heroica. El problema es que los ‘pacientes covid’ son manejados por las políticas del INSS y como en toda crisis, creo que hay muchas cosas que se pueden mejorar, como lo que les voy a describir a continuación:
1. Cuando estoy con el doctor que me recibió y me está interrogando para que le explique los síntomas. Yo estoy con oxígeno, ansioso y muy preocupado porque en mi mente solo quiero que me pongan el tratamiento y me pregunto, si ven que un paciente no puede ni hablar por la falta de oxígeno ¿por qué lo atribulan con preguntas?
2. Cuando el doctor me pregunta si ya me hicieron el hisopado. Yo lo quedo viendo molesto y le digo textualmente: “¿Usted está insinuando que no tengo covid? Mire que ando con oxígeno, cuando me metieron a esta habitación me pusieron un traje y el camillero iba gritando: ¡Paciente, paciente! Y todos se apartaban. Yo vengo aquí a este hospital a que me pongan el tratamiento para tratar el hongo que tengo en mis pulmones.
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— Sine Nomine Thu Dec 19 14:50:56 +0000 2019
3. Y aquí viene el sinker de Jonathan Loáisiga y me poncha con la respuesta del doctor. Me dice que ese tratamiento está fuera de cobertura del INSS, que tiene que pedir una solicitud para ver si se lo autorizan. Entonces, le pregunté ¿dónde podría comprarlo? para que me lo aplicaran, a lo que me respondió que el procedimiento no era así, que tenía que esperar el SÍ o NO de la farmacia Simón Bolívar.
Todos los días tomamos decisiones, algunas sin mucha importancia, otras trascendentales, pero hay decisiones que son de vida o muerte y esa fue la que tomé después de la conversación con el doctor.
No sé si alguna vez les ha pasado que están seguros de que algo malo les va a suceder si no toman una acción determinada y fue eso lo que me pasó. Estaba 100% seguro que si yo me quedaba ahí, no saldría vivo. Es algo que no lo puedo explicar, solo sé que sentí que eso iba a pasar.
Entonces, luego de hablar con el doctor que me recibió en el Hospital Salud Integral, me levanté de la cama, me quité el oxígeno y salí al pasillo donde estaban las enfermeras, todas estaban concentradas trabajando y esperé unos segundos que para mí fueron una eternidad porque estaba sin oxígeno, hasta que salió una señora y la llame con el brazo. Tuve que regresar al cuarto por oxígeno, pues no aguantaba más estar sin él.
Esa señora fue un ángel enviado por Dios porque le pedí que me prestara un celular para llamar a mi esposa, a los pocos minutos ella regresó con el celular. Llamé a mi esposa y solo le dije: “amor sácame de aquí, sino me vas a sacar muerto, aquí no llego al lunes”.
Dos horas después estaban los camilleros del Hospital Vivian Pellas, sacándome en la ambulancia rumbo a dicho hospital. Al ingresar por la entrada de la Emergencia, me llevaron directo a realizarme una tomografía de tórax para ver cómo estaban los pulmones y ya tenía invadido por el hongo casi el 70% de los dos pulmones, adicionalmente tenía neumonía y asma.
Esta es la parte más dura de mi experiencia con esta enfermedad y es una de las razones que me han motivado a contarles mi historia.
Cuando ingresé a la habitación del Hospital Vivian Pellas, me pusieron boca abajo, le llaman “posición prono”, para ayudarme a respirar mejor, pero lo que no sabía es que si yo intentaba mover la cabeza o la pierna o tratar de moverme por muy pequeño que fuera el movimiento me escapaba de ahogar y sentía una gran desesperación en búsqueda de oxígeno que no lo encontraba.
Esa sensación de falta de oxígeno es indescriptible. Estuve en posición prono, sin moverme aproximadamente unas 30 horas, a partir de las primeras horas se me pegó un dolor de espalda en una de las vértebras de la parte baja de la columna, la sensación era como si tenía un clavo metido permanentemente.
Hay ocasiones en las que Dios nos da la oportunidad de ponernos en paz con él, para estar preparado a lo que venga, tuve la oportunidad de hacerlo y en esas largas horas rezaba el Padre Nuestro y Ave María una y otra vez, buscando un poco de consuelo en el dolor de la espalda que me era insoportable y la oración que más me gusta, y que la repetí muchas veces: Lucas: 18,13 “Señor ten piedad de mí que soy un pecador”.
Textualmente le dije a Jesús, que “si mi hora había llegado la aceptaba sin renegar, que le daba gracias por todo lo que me había dado, solo le pedía que mis hijos fueran hombres y mujeres de bien, que le diera fortaleza a mi esposa y mi familia”. Después de eso, las horas pasaron y pasaron pero el dolor lo seguía soportando, estoy seguro que Jesús me dio esa fuerza para soportar semejante dolor.
El domingo 29 de agosto, llegó el doctor Hernández con buenas noticias, los anticuerpos que me pusieron antes de ser hospitalizado habían funcionado y el PCR había bajado de más de 100 hasta 26, esa era una excelente noticia. Yo estaba bien contento, pero siempre ansioso porque llevaba casi tres días sin dormir.
A la media hora que el doctor Hernández se había ido, me llevaron comida y al querer incorporarme de la cama para comer, pues llevaba dos días sin alimentarme, ese movimiento me provocó falta de oxígeno. Esa situación me hizo toser mucho y me entró una crisis que me hizo vomitar, pero mi gran susto fue que vomité mucha sangre. Me puse muy nervioso, las enfermeras comenzaron a correr, yo pedía oxígeno, la doctora de turno chateaba con el doctor Hernández y tomaba fotos. Todo era un caos.
Después la doctora se me acercó y me dijo: “Samir, sé que esto es difícil, pero necesitamos que te calmes, trata de respirar porque si no te vamos a tener que llevar a la UCI a intubarte”.
Desde esa advertencia, me tiré a la cama boca abajo y pasé como diez horas sin moverme hasta completar las 30 horas, después me dieron una pastilla para dormir y al día siguiente comencé paulatinamente a tener mejoría.
Ahora que ya estoy mejor. Quiero agradecer a cada persona que estuvo orando por mi recuperación. A los héroes: el personal de Salud, por el rol que están jugando actualmente que no solo es de ayudar y asistir, sino en transmitir esperanza que es lo más importante porque es una enfermedad que la vivís en soledad. Quiero hacer público los nombres de las personas que me ayudaron.
Con este testimonio, lo que quiero es que tomemos conciencia de lo terrible que puede ser esta enfermedad, mi recomendación más importante:
1. Si tienen un paciente con covid-19, con varios días de fiebre y pueden hacerse este examen, háganselo, el tratamiento de la neumonía es diferente al del hongo PLATELIA AG GALACTOMANANO ASPERGILLUS, recuerden que este tratamiento está fuera de cobertura del INSS y se tiene que solicitar a tiempo, esta enfermedad no espera, cada minuto cuenta.
2. Si los niveles de oxígeno bajan, ya saliste del 85% de personas cuyo covid les ataca como una gripe común, y entran a una etapa que rápidamente se pueden complicar si no toman decisiones rápidamente.
Con todo agradecimiento,Samir Saavedra Obregón
*Este relato fue publicado por Samir Saavedra Obregón en su perfil de Facebook.