Lucía Ramírez Pavía
Según la Real Academia Española, el carisma es el don que tienen algunas personas de atraer o seducir por su presencia o su palabra. Ser carismático es poco común y, aunque se trata de algo preciado, la mayoría cree en que es innato. Sin embargo, hay expertos que defienden lo contrario, como por ejemplo el psicoterapeuta Richard Reid, conocido como el entrenador del carisma, que forma tanto a integrantes de empresas como a personas de forma individual en adquirir o perfeccionar esta habilidad.
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A la hora de entender el carisma, se deben tener en cuenta los siguientes puntos clave: preguntarse cómo queremos hacer sentir a la persona que tenemos delante de nosotros, la importancia de la comunicación, y, por último, sentirse seguro de uno mismo.
Partiendo del primer punto, siempre se actuará conforme a lo que se desee provocar en la gente que nos rodea. Carmen Verdasco, life coach formada en la Universidad de Miami, subraya una cuestión fundamental: «Se trata de tener empatía. Si nos educaran en la empatía desde pequeños, no sería tan difícil trabajar esta habilidad». Es por eso que el hecho de saber comunicar está tan relacionado con las personas carismáticas. Y para transmitir cualquier mensaje, es primordial prestar atención a cómo comunicamos con nuestro cuerpo, el lenguaje corporal. En este sentido, existen trucos que se pueden aprender de la mano de los expertos. Por ejemplo, para comunicar entusiasmo se suelen sostener las manos con las palmas hacia arriba, como si se sujetara la parte de abajo de un globo grande, mientras que para comunicar autoridad se deben unir las puntas de los dedos con las manos hacia abajo.
Lee tambiénSi hay algo incompatible con la personalidad carismática es la falta de seguridad en uno mismo. Y en este punto, el hecho de saber relacionarse con los demás es fundamental. En palabras de la coach Verdasco, que hoy en día nos estemos relacionando mediante dispositivos —utilizamos whatsapp para discutir cualquier cuestión, las reuniones de trabajo son a distancia a través de una cámara…— está provocando una pérdida de confianza en las personas a la hora de relacionarse cara a cara. «Y cuando dejas de practicar una habilidad, disminuye la capacidad de aprendizaje», asegura.
Lee tambiénNo obstante, se puede trabajar. Existen técnicas que ayudan a que una persona se sienta cómoda. Una muestra sencilla de comprender: en lugar de entrar en una sala y situarse en una mesa en la esquina, se debe caminar lentamente hasta el centro y mirar alrededor. De esta forma, el mensaje emitido es de confianza y seguridad. El recurso más efectivo según Richard Reid es el de adoptar el rol del anfitrión: sonreír a la gente y preocuparse por ellos, comprobar si desean tomar algo o preguntar cómo se encuentran.
En estas situaciones lo ideal es dirigirse a los demás evitando preguntas cerradas que puede parecer que se hacen por compromiso. En lugar de iniciar una conversación con un «¿qué tal?» (que da pie a la respuesta «bien»), es mejor plantear frases como «cuéntame cómo te encuentras», que puedan fomentar un diálogo fluido.
Un buen ejemplo es el del humorista David Sedaris, quien en su masterclass sobre la importancia del storytelling y su relación con el humor, asegura que para salir de lo convencional hay que atreverse a comprender las conversaciones fuera de los moldes. Por ejemplo, plantea una situación hipotética: «La próxima vez que te subas a un taxi no hables con el conductor sobre el tiempo que hace o sobre las noticias actuales, pregúntale algo diferente como… ¿cuándo fue la última vez que viste un mono?». Este ejemplo es uno de los múltiples que se salen del molde de la conversación convencional. Porque para entrenar el carisma es importante atreverse a plantear preguntas nuevas, que seguramente nos llevarán a respuestas sorprendentes.
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