"Hoy estabas más guapa que nunca". "Me he tenido que contener sabiendo que estás casada para no invitarte a cenar". "Menudo cuerpazo de gimnasio que se te está quedando; tu mujer estará encantada". Estos mensajes enviados por dos personas con otros compromisos sentimentales, ¿son inofensivos? ¿Son solo un juego entre dos conocidos? ¿Jugar a seducir o coquetear con un compañero o amigo sin abandonar el WhatsApp o Facebook es infidelidad? ¿Qué separa el tonteo subidito de tono de la traición más flagrante que daña y engaña? ¿Es incompatible la interacción virtual con el mantenimiento de la pareja?
No tener a la persona delante puede fomentar el atrevimiento y hacer que la fantasía nos ofrezca unas dosis mayores de excitación, pero ¿dónde está la línea roja? La psicóloga australiana Melanie Schilling lo tiene claro, acuñó el término microinfidelidades para denominar a estos pequeños contactos donde se muestra interés físico y/o emocional por un tercero.
En nuestra sociedad, parece ser de común acuerdo que el intercambio carnal con una persona fuera de la relación se considera que rompe el contrato explícito o implícito de fidelidad sentimental (exceptuando en las relaciones abiertas o el poliamor).
Sin embargo, las posibilidades virtuales han añadido mayor ambigüedad a las interacciones y roto el consenso general de qué es y qué no es una infidelidad. No hace falta buscar la complicidad del hotelito discreto, aplicaciones como WhatsApp o Facebook, Instagram ofrecen un acceso directo al "otro deseado" en cualquier momento y lugar.
Según un estudio de la Universidad de Sunderland, el 80% de las mujeres considerarían el 'sexting' (mensajes con alto contenido erótico que pueden estar acompañados de fotos) como una infidelidad frente a únicamente el 38% de los hombres. Ellas afirman sentirse igualmente traicionadas por la complicidad y la implicación emocional de sus compañeros con otra persona. Lo novedoso es el medio porque permite una proliferación de contactos "eróticos" sin necesidad de conectar cuerpo a cuerpo necesariamente.
Sin embargo, el término fidelidad viene del vocablo latino "fides" que significa confianza. Por lo tanto, una infidelidad sería un comportamiento que promueve una pérdida de confianza dentro de la pareja. Esto es subjetivo y depende de la educación y la cultura, pero también de lo acordado por los compañeros.
A menudo, los problemas surgen cuando uno de ellos habla de sus coqueteos como "algo sin importancia" mientras que el otro siente que afecta a la base de seguridad sobre la que se apoya su relación y los vive como una amenaza.
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En la llamada infidelidad cibernética se busca novedad, otras sensaciones, un deseo de reencontrarse con una versión perdida y anhelada de uno mismo, sentirse deseado ("me gusta gustar", afirma Juan, que tontea con varias mujeres conocidas en Tinder) o deseada ("me sube la autoestima", dice Luisa, que le pone ojitos y emoticonos cariñosos a un compañero) o poder disfrutar con mayor intensidad del sexo.
De hecho Daniel H.Pink, el autor del bestseller '¿Cuándo? La ciencia de encontrar el momento preciso', apunta a que el final de una década representa una frontera destacada entres las etapas vitales y funciona como marcador de progreso en la vida. A los 39, los 49 y los 59 existe una mayor posibilidad de que alguien que no había pensado en tener una relación extramatrimonial se anime ahora iniciando una "teleaventura" sin salir de casa a través del Smartphone, la Tablet o el ordenador.
Otras veces, lo que ocurre es que las parejas se sienten solas, se ven involucradas en modelos de relación de pareja negativos, sufren críticas por parte de sus compañeros o no reciben afecto. No saben qué hacer al respecto, se sienten indefensos y sin esperanza. Sucede que cualquiera que les diga algo agradable y sea amable les llama poderosamente la atención y empieza una relación sentimental entre ambos. Las aplicaciones para conocer personas desde la intimidad de casa son un campo abonado para las tentaciones en estas situaciones.
El ocultamiento de estos comportamientos sería el síntoma principal: si hablas a escondidas con alguien y guardas su número con un apodo para no mostrar el real se está produciendo un microengaño (micro-cheating) a la pareja oficial.
En la práctica terapéutica hemos visto casos paradójicos donde la pareja llega a la ruptura cuando este secreto es descubierto sin que necesariamente la relación extraconyugal haya pasado de la fase virtual. Una vez se traiciona la confianza en algunas parejas las cosas no vuelven a ser como antes a pesar de que se haya hablado de lo que estaba detrás de la infidelidad.
Afortunadamente, esto no tiene por qué ser así y en muchos casos la crisis que se abre en la relación puede dar lugar a poner sobre la mesa aspectos que habían quedados olvidados. La microinfidelidad puede ser una bomba en la línea de flotación de la dejadez y la apatía que habían embargado a los compañeros.
Teniendo en cuenta los datos la realidad es que las aventuras o microaventuras, los engaños o microengaños son hoy más posibles que nunca. Podemos aceptarlas con deportividad o provocarlas por curiosidad. El propio concepto de aventura se asocia con algo excitante. La cotidianidad de las microinfidelidades las hace parecer inocuas, pero como dijo el sociólogo Georg Simmel "nuestra vida moderna está basada sobre la fe en la honestidad de los demás. Si las pocas personas más cercanas de nosotros nos mienten la vida se vuelve intolerable".
Isabel Serrano-Rosa es psicóloga y directora de EnPositivoSí.
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