Una profesión que deja huella
Desde muy pequeño, el fotoperiodista observaba con atención las guerras que transmitía el telediario: “Yo cuando sea mayor quiero estar ahí haciendo fotos e informando”, se decía a sí mismo. Ahora reconoce que su profesión supone "darte cuenta de que el mundo es horrible a veces", algo que puede crear "pesadumbre". "Te deja un poso muy jodido. Me he sentido muchas veces solo e impotente", agrega.
Tomasi, que ha temido por su vida en múltiples ocasiones, confiesa que la peor sensación sucede cuando no se es capaz de ver que "lo que estás haciendo, con todo lo que implica, vaya a modificar algo"."Cuando ves que das lo mejor de ti y solo te surgen dudas y más dudas, como no tengas unos cimientos sólidos, te rompes", explica mientras cuenta que pensó en abandonar su trabajo. "Quien te diga que no siente, o es Dios o es un embustero", señala.
No obstante, el miembro de MSF no cambiaría ninguna de las experiencias que ha vivido."No me puedo quejar para nada de lo que he visto, de lo que he hecho, de lo que he sentido" porque, apunta, "sin esa parte de dolor no hay evolución ni madurez". "Tengo la percepción de que la profesión me ha dado mucho más de lo que me ha quitado" y, sin lugar a dudas, "si volviera a nacer lo volvería a hacer".