"La mayor creación de empleo desde 2005. La tasa de paro más baja desde 2008. La ocupación femenina creciendo por encima de la masculina. El paro juvenil por debajo de niveles previos a la pandemia. La EPA vuelve a corroborar que la recuperación justa avanza en España. Seguimos". Con este tuit, Pedro Sánchez sacaba pecho este jueves de la positiva evolución del mercado laboral patrio. La 'foto finish' de 2021 que ha presentado el Instituto Nacional de Estadística (INE) es, a priori, buena, pero el presidente del Gobierno olvida en su valoración a numerosos colectivos que siguen padeciendo las consecuencias de la crisis económica provocada por la Covid.
El desempeño del mercado laboral se mide por las estadísticas mensuales de afiliación y paro que publican los ministerios de Trabajo y Seguridad Social y por la Encuesta de Población Activa trimestral del INE. Este jueves, las cifras récord de reducción del paro y creación de empleo coparon los titulares, pero un análisis más exhaustivo de los microdatos arroja conclusiones, cuando menos, preocupantes. Así lo advierten los analistas y expertos consultados por La Información, curtidos en la valoración de este tipo de variables menos 'titulables' del mercado de trabajo. Son las tripas de la EPA y vienen a desmontar el triunfalismo del Gobierno respecto a la recuperación. Los "espectaculares" y "extraordinarios" datos, en palabras de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, o el "éxito" del que presume la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, esconden no pocas sombras que merecen atención.
"La caída de las horas trabajadas es dramática", arranca el economista Javier Santacruz. Se da la paradoja de que trabajan más personas, pero lo hacen menos horas. Con datos: en 2021 se crearon 840.700 empleos, 153.900 de ellos en el cuarto trimestre, pero las horas trabajadas en la recta final del año fueron todavía un 3,8% inferiores a las registradas en el cuarto trimestre de 2019, antes del estallido de la pandemia. El doctor en Economía Juan F. Jimeno señala este como uno de los "puntos grises" de la EPA, que estaría relacionado con la persistencia de los mecanismos de regulación de empleo en las empresas de los sectores que continúan afectados por restricciones, especialmente los relacionados con actividades turísticas, de restauración y ocio... pero también de la industria dependiente de los semiconductores.
Hay que recordar que los afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) no contabilizan en las estadísticas como parados, sino como ocupados, y en muchos casos trabajan con horarios reducidos, sin tener completamente suspendido el empleo. Según el INE, que incluye en este colectivo a los ocupados que no han trabajado en la semana de referencia, aglutinando a los que están inmersos en procesos de regulación y empleo y a aquellos cuyas empresas se encuentran en paro parcial por razones técnicas o económicas, 63.800 personas se encontraban en esta situación en el cuarto trimestre de 2021. Según los registros de la Seguridad Social, a cierre de diciembre había más de 100.000 personas en ERTE.
Otro de los puntos grises que señala Jimeno es el fuerte incremento de la población inactiva. Aquí el INE contabiliza a todos aquellos que no están ocupados ni se consideran desempleados porque ya (o por el momento) no buscan un empleo (estudiantes, jubilados y otro tipo de pensionistas, personas que realizan trabajos sociales no remunerados o incapacitados para trabajar). Según la EPA, el número de personas inactivas aumentó en 216.600 en el cuarto trimestre de 2021. No crecía tanto desde el segundo trimestre de 2020, cuando se disparó en más de un millón de personas a consecuencia de la pandemia. En total, a cierre del año pasado había16.418.200 inactivos. Esto, sumado al descenso en la población activa, por el freno en la entrada de inmigración y las expulsiones del mercado laboral provocadas por la pandemia, supone un grave problema para los economistas, porque puede acabar provocando escasez de mano de obra.
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— dathanb Sat Feb 06 02:41:53 +0000 2021
José Ignacio Conde-Ruiz (Fedea) profundiza en la caída de la población activa y se detiene en un fenómeno revelador: se concentra en la población más joven, ya que los activos se han incrementado entre los mayores de 44 años. "Principalmente se concentra entre los jóvenes de entre 20 y 25 años, donde más de 120.000 han dejado de participar en el mercado laboral", señala. Para este economista, lo deseable es que esta reducción de población activa juvenil se deba a los estudios y no esté provocada por el desánimo o la emigración. El motivo de fondo estaría en la primera opción, según se extrae de los microdatos de la EPA, si bien, en términos generales, habría otras claves que explicarían el incremento de la población inactiva, como el trasvase de todos aquellos que no han podido trocear sus horas de trabajo, de acuerdo con el análisis que aporta Santacruz a este apartado. "Es pronto para saber la causa", concluye Jimeno.
Hay más sombras en el fondo de la Encuesta. Otra de las variables menos analizadas y, sin embargo, más reveladoras, es la del colectivo de personas que no buscan empleo, pese a estar disponibles para trabajar. En el cuarto trimestre de 2021 había 902.400 personas en esta situación. Y ojo: a efectos estadísticos no cuentan como parados, porque no cumplen todas las condiciones que la definición de la OIT exige para ser clasificado como tal. Según el criterio del INE, ajustado al de la agencia europea Eurostat, encajan dentro de la definición de personas que "están disponibles para trabajar y desean hacerlo pero ni buscan ni han encontrado un empleo al que se vayan a incorporar". Este colectivo llegó a superar los 1,6 millones de personas en el segundo trimestre de 2020, en pleno confinamiento total, cuando era imposible salir a la calle a buscar un trabajo.
El investigador de Fedea Florentino Felgueroso realiza cada trimestre el ejercicio de calcular la tasa de paro española en base al modelo americano y el resultado es, cuando menos, llamativo. Según sus cálculos, si al total de parados se le suman los desanimados, los que no buscan empleo pero desean trabajar, los ocupados en ERTE y los empleados a tiempo parcial involuntario (lo que se considera "subempleo") el resultado es una tasa de paro del 22% de la población activa, teniendo en cuenta en el denominador al colectivo de los considerados "activos potenciales". Según estos cálculos, en España habría cientos de miles de parados fantasma, que no figuran en las estadísticas como tal porque, en muchos casos, están en situaciones de subempleo y en otros, directamente, no cumplen los criterios definidos por los organismos nacionales e internacionales para ser considerados como tal.
Datos más comunes pero igualmente llamativos son los relacionados con la recuperación del empleo público vs privado. Mientras la ocupación en el ámbito privado se ha incrementado en 744.300 trabajadores en los últimos 12 meses, en el sector público el crecimiento ha sido de 96.400 personas. Sin embargo, en el sector privado el empleo todavía está 232.300 personas por debajo de los niveles medios de 2019 (-1,4%) y en el público hay 226.600 más que hace dos años (+7%). Esta evolución preocupa a la CEOE, que señala en su análisis de la EPA que "en el conjunto de la economía, todavía hay 5.700 ocupados menos que antes de la Covid" y que la bajada de la tasa de paro hasta el 13,3% se debe precisamente al descenso de la población activa, que, de prolongarse, "supondría una merma para el crecimiento potencial de la economía", advierten los técnicos de la patronal.
Todavía hay una ristra importante de datos que empañan una EPA que se ha vendido como histórica. Hay más de tres millones de parados (3.103.800); la tasa de temporalidad se sitúa en el 25,4% y escala por encima del 30% en el sector público; más de un millón de hogares (1.023.900) tienen a todos sus miembros en paro y en 563.700 familias no cuentan con ningún perceptor de ingresos; la tasa de paro juvenil está en el 38%, todavía por encima de los niveles prepandemia; en España hay 912.500 ninis (jóvenes que ni estudian, ni trabajan); la Covid sigue causando estragos en la población trabajadora y en las arcas de la Seguridad Social, con 812.400 ausencias por enfermedad en el cuarto trimestre de 2021, cuando irrumpió Ómicron... En definitiva, las 'tripas' de una estadística aparentemente optimista en un primer vistazo dejan, en realidad, pocos motivos para el triunfalismo.