“Las tragamonedas pueden ser un factor de incitación precoz. Veo a los niños que se enganchan y están ahí por monedas; pueden ser un factor para que más adelante desarrollen la ludopatía”, respondió el director del Centro Nacional de Adicciones del Ministerio de Salud Pública, Manuel Fresco, al requerirse su opinión referente a la existencia de las citadas máquinas en sitios de libre acceso. En octubre próximo se cumple un año de que la Comisión Nacional de Juegos de Azar (Conajzar), presidida por José Ortiz, haya “legalizado” las citadas máquinas en despensas, bares y otros sitios no exclusivos de juegos de azar, con la Resolución N° 34/2020, para lo cual contrató sin licitación a la firma iCrop SA (que queda con 70% de los ingresos y la expectativa es que sean US$ 2,1 millones).
Fresco advirtió que la adicción es un gran problema para la salud pública, sobre todo el alcoholismo y el tabaquismo, por los recursos que demandan los pacientes afectados por su consumo y que, en contrapartida, los ingresos fiscales de esos rubros no cubren los egresos que ellos derivan. El panorama evidencia quiénes son los mayores beneficiarios, ciertos empresarios, insinuó el médico. “La adicción es un gran negocio”, aseveró.
Referente a la situación que se plantea con la decisión de la propia reguladora de juegos de azar, hecho cuestionado por Contraloría e investigado por la Fiscalía, precisó que hay disputa sobre lo que hay que hacer para proteger la salud. “Hay drogas que están prohibidas e igual se consume”, observó.
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Añadió que, en el caso de las citadas máquinas, si se prohíben se debe clausurar el local y multar al dueño. “Hoy las máquinas están en las veredas”, lamentó.
Pero el problema no es solamente la existencia de normas blandas, también la falta de recursos para instituciones como el Centro.
Precisamente, con relación al proyecto de ley de tragamonedas, en tratamiento en Diputados y con media sanción del Senado, que propone sanción con multas por la explotación clandestina y que lo recaudado se destine para la asistencia de niños que requieren tratamiento por adicción a las apuestas, opinó que más bien es una oportunidad para la aparición de oenegés que ofrecen “soluciones mágicas”, mientras “el sitio que realmente hace algo no recibe ni cinco (guaraníes)”, ironizó.
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Si bien al Centro no han llegado chicos adictos a apuestas, tampoco hay capacidad para recibirlos. De hecho, ni siquiera pueden internar a adolescentes con alcoholismo u adictos a otras sustancias tóxicas.
Hace meses, la Asociación Paraguaya de Operadores de Juegos de Azar (Apoja) envió un informe técnico al Ministerio de la Niñez, que advierte del peligro que representa para los niños la vigencia de la Resolución N° 34/2020 de Conajzar, pero sigue sin respuesta. Al respecto, no se logró conversar con la ministra, Teresa Martínez. El informe asegura que la tragamonedas es la de mayor éxito y es adictiva por la concentración de estímulos, visual y auditivo.
Luis Alberto Gama, asesor en juegos de azar y ex director de Casinos y Loterías y Quinielas del Estado de Uruguay, afirmó que Paraguay es el único país de la región que “legaliza” el uso de tragamonedas en las calles, en sitios como despensas, bares y otros sitios de libre acceso de las personas. Aclaró que aquellas que funcionen en esos lugares y que le consta, son de explotación clandestina.
El especialista se sorprendió al enterarse de que la reguladora de juegos de azar local “regularizó” las máquinas clandestinas mediante un contrato directo con la empresa iCrop SA (representada por Ariel Peña), que se encarga de las gestiones.
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Mencionó que en Uruguay son dos instituciones las encargadas de regular los juegos de azar, una para los casinos y la otro, loterías y quinielas. “Toda actividad de juego no autorizada por ley es ilícita”, recalcó.
Si bien reconoció que hay un problemática con las citadas máquinas clandestinas, indicó “se está en un proceso de legislar para solucionar definitivamente”. Recalcó que el Estado tiene el monopolio sobre las mismas, “las explota directamente o las autoriza expresamente por ley”, dijo, y que por lo tanto, se debe garantizar la transparencia.
Calificó de peligroso el uso de las tragamonedas en sitios que no sean exclusivos de juegos de azar, y alegó que “se debe velar por la salud de los habitantes, atendiendo -entre otros aspectos- el comportamiento referido a evitar el juego compulsivo y la protección a los menores de edad en el ejercicio de la actividad”. Además, señaló que en locales no exclusivos se complica la efectividad de los mecanismos de control y transparencia.
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Mencionó que en Uruguay, en 2009 se firmó un convenio entre la Dirección de Casinos y la Facultad de Medicina, para mantener los consultorios profesionales para brindar asistencia en el Hospital de Clínicas.
“No se concibe que la explotación de las máquinas comparta un espacio físico con otro rubro. Se entiende que aquella persona que elige esta forma de entretenimiento se traslade específicamente a los lugares que ofrecen esta actividad”, recalcó Gama.
José, de 49 años, hace 11 años que asiste al grupo de Jugadores Anónimos (J.A.), que se reune en el predio de la Parroquia San Rafael. Opinó que los casinos y casas de juegos de azar tienen demasiada publicidad y que incluso en sus predios deberían advertir del peligro que representa el rubro para la salud mental y física.
“La bebidas alcohólicas y el cigarrillo registran una advertencia (del peligro para la salud), si la marihuana y cocaína se vendiera en frasco, las tendrían. Los juegos de azar deberían tener, son drogas permitidas”, afirmó.
Comentó que en el tiempo que se encuentra de tratamiento sufrió dos recaídas; la primera a los mil días de abstinencia y la segunda, tres años después y a la que calificó como más dura. “Le encontré a un amigo vendiendo cartones de bingo y para ayudarle, compré uno y dejé en mi maletín. Mi señora lo encontró, y lo dejó junto con una nota que decía ‘recaíste’. Me dejó”, recordó y se le quebró la voz por momentos y sus ojos se enrojecieron con lágrimas.
“Perdí mi familia, tengo tres hijos y dos de ellos no me dicen papá. Perdí lo más valioso y lo material a causa de las apuestas”, confesó. Agregó que el grupo de anónimos es el único lugar donde se encuentra con gente que comprende su padecer y que entre sí, se fortalecen.
En cuanto a su historia, comentó que apuesta desde que tiene consciencia y que toda su familia también es “timbera”. “Somos compradores de ilusión, en eso nosotros invertimos nuestro dinero, porque somos personas a las que fácilmente se les convence de que existe un futuro en el juego. En eso se basa la ludopatía “, afirmó.
Añadió que “los casinos atraen y envuelven con todo, con el ambiente, el aroma del tabaco, las luces, el sonido y la gente”.
Lamentó la irresponsabilidad de los gobernantes y sobre todo, de las autoridades sanitarias, ante el nulo control en el rubro y la falta de advertencia a lo que la gente se expone al atravesar la puerta de esas casas de juegos de azar. “En Brasil, los casinos están prohibidos, si bien hay clandestinos pero es diferente. Acá en cada esquina hay tragamonedas, más descontrol, más publicidad y más casinos. Se está exponiendo la vida de la gente, destruye familias”, alertó.
José tiene 26 años y hace un par de meses que asiste al grupo de Jugadores Anónimos (J. A.) luego de que su novia le amenazara con abandonarle y su familia, de echarlo de la casa. “Mi hermano perdió todos sus ahorros de diez años en un casino que se abrió en el barrio”, recordó al iniciar su relato. Esta vivencia tan cercana le hizo resistirse a las apuestas pero se vio tentado con tantos testimonios de compañeros de la facultad y otros amigos que triplicaron el valor su dinero con apuestas deportivas y probando la suerte con la ruleta rusa. “Cuando conseguí trabajo, fui con mi prima para comprar ropa pero terminé gastando todo en el casino”, dijo. Agregó que en un intento por recuperar el dinero, volvió a apostar en otro, “perdí mi primer salario en dos horas”, recordó, y así siguieron los siguientes meses.
En esa búsqueda de recuperar lo perdido, “tocaba” dinero de su mamá y su papá para seguir apostando, sacó préstamos de cooperativas y financieras. “Mentía a todos, ni podía dormir”, dijo.
Fue así que le pidió ayuda a su novia y le confesó la enfermedad que padecía. Contó que entre las primeras medidas para enfrentar la situación estuvo dar de baja a su cuenta para apuestas deportivas, a la cual puede acceder desde su celular, pero que se sorprendió al encontrar aún disponible, incluso fue a un par de sucursales de la empresa y tampoco se reportó la eliminación de la misma.
Aclaró que mantiene el autocontrol y no realiza apuestas, pero destacó que es una tentación para las personas que se encuentran en similar situación.
En cuanto a las tragamonedas, señaló que para un niño que tiene un G. 1.000, la posibilidad de que se aumente a G. 5.000 o G. 10.000 es muy atractiva, y fácilmente puede caer en la mentira de que puede tener más dinero.
Mencionó que con la idea de tener su auto propio y su casa, apostaba más dinero, y terminó jugando sin límites. “Hoy sigo con deudas pero me siento mucho mejor”, expresó.Aclaró que mantiene el autocontrol pero no realizar apuestas pero destacó que es una tentación para las personas que se encuentran en similar situación.
En cuanto a las tragamonedas, señaló que para un niño que tiene un G. 1.000 y la posibilidad de que se aumenté a G. 5.000 o G. 10.000 es muy atractivo, y fácilmente puede caer en la mentira de que puede tener más dinero.
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Ramón, 68 años, afirmó que es doble adicto, alcohólico y jugador compulsivo, situación a la que llegó porque “una cosa llevaba a la otra”. “Soy un jugador profesional, tomaba y ya quería jugar, no tenía límites”, se describió a sí mismo.
Señaló que en busca de ayuda por su alcoholismo fue que llegó junto a la hermana Regina Sian, de la Parroquia San Rafael, quien es la madrina de “todos los anónimos”. “Un día me dijo para crear el grupo de Jugadores Anónimos, y así me convertí en el fundador”, comentó.
Señaló que tiene 16 años y dos meses de abstinencia y concurrencia a las reuniones. Precisó que no es fácil, que empleados de casinos le llamaban y ofrecían créditos para que siga apostando, tenía serios problemas y estaba ahogado en deudas. “No te importa nada ni tenes amor propio, a todos mentís, sólo querés seguir apostando”, comentó.
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“La ludopatía es la incapacidad de controlar las apuestas en tiempo y en monto, hay una curiosidad de qué pasaría si puedo apostar un poco más, a lo mejor podría aumentar el volumen de ganancia que he tenido”, comentó. “Si en media hora gané cierta cantidad, automáticamente me ilusiono que en media hora más voy a duplicar. Se entiende que uno va apostar para ganar y si estoy ganando, ¿por qué me voy a levantar? Ahí está el problema, el descontrol”, explicó.
Señaló que la adicción a las apuestas está reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y la describió con las características de avance “lento, progresivo y fatal, de orden físico, síquico y espiritual, y que si no lo tratamos en tiempo y en forma, puede derivar a la locura, cárcel o incluso, la muerte”, dijo.
La gente que este interesada en mayor informes del grupo de jugadores anónimos, puede contactar al (0981) 596-207.