Este año que termina, el segundo de pandemia, dio mucho de qué hablar en diferentes campos de la ciencia y del trabajo humano que estuvo detrás. La revista científica Nature difundió este fin de año el Nature’s 10, las diez personas que más destacaron, entre las que hay activistas políticos, epidemiólogos, bioinformáticos, físicos, ingenieros, investigadores y políticos.
Esta lista es resultado de una elección que realizan los editores de la publicación, quienes son enfáticos en que estos nombres no se dan con algún orden particular y no constituyen un premio.
Por segundo año consecutivo, la revista destacó únicamente a gente que le ayudó a la ciencia, pues en otras ocasiones se destinaba espacio a quienes fueron sujetos de polémica.
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Su profesión dista mucho de la labor que realiza. Winnie Byanyima es ingeniera en Astrofísica y nació y vive en Uganda. Se unió a las luchas sociales desde muy joven, lo que fue moldeando su vida hasta convertirla en una de las principales activistas por la equidad en vacunas contra la covid-19. Fue una larga historia de luchas. En 1981 se unió a un movimiento de guerrilla contra el presidente autoritario Idi Amin; en 1994 ya estaba en el Parlamento y en el 2019 fue nombrada presidente de ONUSida.
Hoy es la presidenta de la ONG Alianza de las personas por las vacunas. Desde allí ha alzado su voz para que las brechas por el acceso a las vacunas sean menores. Sin embargo, le frustra ver que decenas de países ya ofrecen refuerzos a su población, mientras algunos cercanos al suyo tienen solo al 6% de personas con esquema completo.
“No podemos vender una tecnología que salva vidas de la misma forma que se vende un bolso de diseñador”, dijo Byanyima a Nature. Su estrategia es enrolar a líderes mundiales para convencerlos de que la equidad mundial en vacunas beneficiará a todo el mundo. “Sin estrategias políticas para reducir la inequidad, no iremos a ninguna parte”, dijo.
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Su trabajo es encontrar errores informáticos, pero desde que la pandemia empezó dedica dos horas al día a rastrear “frases engañosas” en manuscritos y en publicaciones científicas.
Guillaume Cabanac trabaja para la Universidad de Toulouse, en Francia, y, con ayuda de buscadores y de un análisis concienzudo ha logrado ver errores en publicaciones preimpresas, pero también en artículos ya publicados y que habían pasado revisión por pares.
Él y su equipo han encontrado más de 400 “frases tortuosas”, como les llaman, en más de 2.000 publicaciones. Esto ha motivado que se retracten artículos de revistas de prestigio.
¿Cómo lo hace? La primera vez, una persona ve una frase que se le hace extraña, una vez que se comprueba que es “tortuosa”, ingresa a un algoritmo de búsqueda. Cada vez que se analiza una publicación, los algoritmos buscan si está presente, y, de ser así, se leen a más profundidad para determinar la confiabilidad de este.
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Timnit Gebru perdió su trabajo en Google como especialista en inteligencia artificial, hoy, luego de sus preocupaciones del uso ético de esta disciplina, se dedica a investigar y hacer activismo sobre el tema.
Originaria de Etiopía, viajó a Estados Unidos, donde también trabajó en Microsoft. En Google, su trabajo era ver los posibles daños éticos de la inteligencia artificial.
A finales del año pasado, ella fue la autora principal de una investigación sobre los impactos y sesgos de lenguaje en modelos de búsqueda que utilizan inteligencia artificial. Ese sistema era uno de los utilizados por Google.
Gebru indica que recibió presiones internas para no publicar la investigación. Google dice que ella renunció, ella alega haber sido despedida.
Ahora se dedica a construir un modelo de cómo la inteligencia artificial debe hacerse para que sea de ayuda para las personas. Su instituto creará modelos y aplicaciones que no dependan de las grandes bases de datos y del poder de tecnología computacional que solo las grandes compañías tienen.
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¿Qué pasaría si la forma de determinar la estructura de una proteína fuera tan fácil como realizar una búsqueda de Internet? Esa pregunta se la hizo el especialista en inteligencia artificial John Jumper.
Este inglés es una de las mentes creadoras de la herramienta AlphaFold, que, con la ayuda de inteligencia artificial, busca “pronosticar” la estructura y características de distintas proteínas.
Cuando comenzó a trabajar en inteligencia artificial no tenía más que un conocimiento básico de lo que era una proteína, pero después cambió el enfoque de su carrera y se puso a estudiar un posgrado en Química.
Uno de los proyectos de AlphaFold que más le enorgullece es la creación de un mapa del complejo de poros nucleares, una “gigantesca máquina molecular” que funge como “guardián” de los genes de las células eucariotas (con núcleo). El trabajo combinó las estructuras de AlphaFold y otras predicciones con las estructuras experimentales. Allí se vieron las características de más de 1.000 proteínas.
No estudió comunicación, pero tiene una forma de comunicar los conceptos más complejos de la Epidemiología de la manera más simple para que toda persona pueda entenderlo. Meaghan Kall trabaja para las autoridades de salud del Reino Unido y no sabía de su habilidad para expresarse hasta que sus jefes le pidieron trabajar un informe y, al finalizarlo, ella decidió informar de los puntos más importantes a través de la red social Twitter.
Desde entonces, se convirtió en la cara más amigable, accesible y educativa de las autoridades británicas. Y parte de sus labores diarias cambiaron: sus jefaturas entendieron la importancia de su trabajo y ella se dedica a tuitear y a responder preguntas en esta red social como parte de sus labores. Incluso tiene la libertad para decir cuando algo de la respuesta política ante la pandemia no le gusta.
“Mis interacciones favoritas son las de personas que dicen ‘Realmente tengo mucha fe en la salud pública y la Epidemiología. No confiaba en ella, no la entendía, hasta que comencé a seguir tu trabajo”, dijo en la entrevista.
Sudáfrica es uno de los países del mundo con mayor vigilancia de las variantes del SARS-CoV-2, virus causante de la covid-19. Allí se ha confirmado la existencia de dos variantes de preocupación para la ciencia: beta, a finales de 2020, y, más recientemente, ómicron.
Son muchas las personas que trabajan en esto, pero hay un protagonista: Tulio de Oliveira, quien nació en Brasil pero desde muy niño vive en Sudáfrica.
“La forma de actuar en una pandemia debe ser por una acción rápida. Esperar y ver cómo se comporta no es una buena opción”, dijo el biomatemático, quien ya tenía experiencia previa en este tipo de búsquedas genéticas con otros virus, como el ébola.
El encontrar dos variantes de preocupación lo han hecho ser visto como el portador de malas noticias, pero él resume: “no somos los enemigos, somos lo contrario, nuestras noticias permiten a las autoridades prepararse mejor”.
Ella es investigadora del Instituto de Cambio Climático y Ambiente de Londres. Friederike Otto y su equipo desarrollaron una estrategia que usa simulaciones climáticas con más de 50 modelos. Este enfoque se ha visto como uno de los más robustos y es utilizado por diferentes institutos alrededor del mundo.
Ella trabaja siendo detective de fenómenos extremos como olas de calor, inundaciones, huracanes y tornados, pero, también, con esos fenómenos y cambios que pasan desapercibidos porque toman años en desarrollarse.
Ella indica que no solo está en este tema de estudio por asuntos profesionales, su preocupación como ciudadana del mundo y el impacto para las futuras generaciones es real. “Me preocupa luchar por la justicia, y el cambio climático es una de las principales amenazas para la justicia”, apuntó.
Zhang Rongqiao es un ingeniero que lidera la primera misión china a Marte. Este país asiático es el segundo (después de Estados Unidos) en tener un robot en el Planeta Rojo.
La misión apenas ha producido datos científicos limitados, pero la información recolectada por el robot y por el orbitador ha servido para el trabajo de más de 20 equipos de cientÍficos. Uno de los proyectos más ambiciosos es buscar la región en donde se cree que hubo mayor cantidad de agua en dicho planeta.
Esto también ha dado impulso a la misión china hacia la Luna y ha devuelto la confianza del país hacia la exploración espacial y los frutos que puede dar.
Victoria Tauli-Corpuz lleva años de hablar con dirigentes mundiales, gobiernos, ambientalistas y fundaciones de filantropía para luchar por los derechos de los indígenas para que se preserve la biodiversidad de los lugares donde viven y así apoyar la lucha contra el cambio climático.
Desde su fundación trabaja con comunidades indígenas de todo el mundo, los ayuda a entender sus derechos y a recuperar sus tierras. También les ayuda tener mayor voz ante los gobiernos y a preservar la ecología de sus terrenos.
“En realidad se trata de ayudar a los indígenas a empoderarse. Así podemos fortalecer su capacidad para que puedan hacer lo que necesitan hacer”, señaló.
Es administradora de profesión y por esas cosas del destino luego estudio Medicina. Desde que comenzó el gobierno de Joe Biden en Estados Unidos, Janet Woodcock está a cargo de uno de los principales puestos reguladores en la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).
Lleva 35 años de trabajo en dicha dependencia y su puesto anterior fue en el Centro de Evaluación y Control de Medicamentos. Con su experiencia previa, ahora es de las principales personas en dar las recomendaciones reguladoras.
Durante la pandemia ha tenido un rol polémico al tener un papel preponderante en la autorización del uso de emergencia de las vacunas, de sus refuerzos y de tratamientos y pruebas diagnósticas, lo que le ha dado una cantidad tan grande de seguidores como de detractores.