Otra de las formas que tiene la IA de colorear digitalmente la vida está también relacionada con lo audiovisual: la tecnología de coloreado de imágenes y películas. El resultado busca ponerlas a disposición de un mayor número de personas frente a otras técnicas de coloreado a través de lo analógico (coloreando artesanalmente) o a través de diferentes programas de edición de imagen y vídeo que, aunque ofrecen resultados impactantes, suponen un mayor coste, hablando en términos económicos y temporales.
Un ejemplo a destacar de cómo la imagen está siendo objeto de técnicas de coloreado y restauración generadas con IA es la técnica desarrollada por Satoshi y Edgar Simó-Serra en la Universidad Waseda (Japón). Está basada en un ingente archivo de imágenes de referencia que alimentan a una IA. A partir de aquí, el sistema escoge automáticamente un número aleatorio de frames de una película y, con esa selección, procede al coloreado de todo el metraje. Lo que reduce muchísimo el coste final es que sea solo en la fase del acabado donde hay una intervención humana que asegure un resultado idóneo. Esto podría confirmarnos que, aunque el sistema lo ejecute una máquina regida por inteligencia artificial, no significa que no haya una aportación humana detrás. De hecho, sin una inteligencia viva no habría podido llevarse a cabo el experimento.
En ‘Color. El conocimiento de lo invisible’ se muestra, con el fin de probar este tipo de tecnología, una instalación que colorea diferentes clips que pertenecen al Archivo Audiovisual de Telefónica y que fueron generados por la compañía desde su fundación en el año 1924. Se han elegido para ello los que mejor estado de conservación presentan, de modo que la red neuronal pueda trabajar con las imágenes en blanco y negro, y producir las mismas piezas, pero a color. El resultado son imágenes de un Madrid hasta ahora desconocido para el público.