Las enfermedades venéreas o de transmisión sexual cargan con toda una leyenda negra a sus espaldas, que se refleja en nuestra tradición literaria e incluso en nuestra habla cotidiana. Los novelistas han descrito la figura macilenta del 'sifilítico' para señalar a alguien corroído por las pulsiones de la carne, y en Colombia 'gonorrea' es uno de peores epítetos que nos pueden dedicar.
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Sin embargo, el grueso de estas infecciones destaca por tener síntomas mucho menos estigmatizantes de lo que se cree, o directamente por la ausencia de los mismos a corto plazo. Esto las hace si cabe más peligrosas, pues la persona infectada puede a su vez infectar a nuevas parejas sexuales sin ser consciente de ello. Hay que tener en cuenta que a largo plazo sí suelen tener consecuencias graves, como la infertilidad o complicaciones hepáticas, renales, etc.
Por lo tanto, si recientemente hemos tenido relaciones sexuales fuera de una pareja estable y sin tomar las debidas precauciones, no está de más analizar cualquier malestar que sintamos en la zona bucal, en la anal o en la urogenital. Si detectamos alguna anormalidad, no dudemos en acudir al dermatólogo. La mayoría de estas infecciones tienen remedios muy sencillos cuando se cogen a tiempo.
A continuación te describimos cinco de estas enfermedades que muchas veces son asintomáticas. Aunque están entre las más frecuentes, no son las únicas, ya que elenco de posibles infecciones es muy amplio, de modo que el mejor método para esquivarlas es la profilaxis, los controles periódicos y las relaciones en círculos de sanidad garantizada.
Se trata de una infección bacteriana de la piel que puede causar llagas en las zonas de contacto en una relación sexual entre dos personas, ya sea la vagina, el pene, el ano, la garganta, los labios o la lengua. Por lo tanto, un simple beso puede transmitirla, así como todo tipo de roces y penetraciones, y es posible que podamos confundir un chancro con una llaga causada por una infección estomacal, un herpes o el roce de la ropa, ya que puede tardar en aparecer hasta cinco días.
La bactería que causa el chancroide se llama Haemophilus ducreyi, y una vez en nuestra piel ataca a los diferentes tejidos, penetrando hasta producir una úlcera abierta. Poor otro lado, las llagas pueden comenzar a sangrar o producir líquido contagioso durante la siguiente relación sexual, ya sea oral, anal o vaginal, con lo que se transmiten al siguiente huesped. Incluso un contacto piel con piel puede transmitirla, aunque es menos común.
Podemos sospechar que tenemos un chancroide si tras haber tenido sexo detectamos las llagas -que pueden tener entre 3 milimetros y 5 centímetros- en las zonas sensibles y sentimos además dolor al orinar o defecar, sangramos o bien notamos que se nos han inflamado los ganglios. La cura es a base de antibióticos.
La clamidia es una infección bacteriana provocada sobre todo por la bacteria Chlamydia trachomatis, aunque hay otras especies del mismo género que menos comúnmente pueden provocar infecciones similares. Tiene dos grandes inconvenientes, el primero de los cuales es que muchas veces es asintomática, es decir que no presenta síntomas perceptibles a primera vista, pero en cambio puede tener consecuencias a largo plazo.
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El segundo inconveniente es que puede transmitirse tanto por vía oral, como vaginal, anal y por supuesto vía el pene, pero también puede extenderse dentro del propio cuerpo. Por ejemplo, al frotarnos los ojos tras tocar genitales infectados, o bien, en el caso de las mujeres, al lavarse indebidamente la vagina infectada, pueden pasar la bacteria al ano.
Su problemática en hombres es que puedan extenderla a otros compañeros o compañeras sexuales, y en mujeres que puede provocar problemas si no se trata a tiempo, como la inflamación pélvica crónica, el embarazo ectópico e incluso podría llegar a provocar esterilidad. En caso de embarazo, podrían pasar la bacteria al bebé. Y en ambos sexos, en el caso de una infección ocular, la clamidia podría llegar a provocar ceguera si no se trata adecuadamente.
Se calcula que el 70-95% de las mujeres y el 50% de los hombres infectados por clamidia no perciben sus síntomas, que a veces pueden ser muy leves y casi imperceptibles. Cuando son perceptibles, consisten en micciones dolorosas, sangrados abundantes en el periodo, dolor en relaciones sexuales, etc. Se cura fácilmente con antibióticos.
La gonorrea es otra enfermedad infecciosa trasmitida por la bacteria Neisseria gonorrheaeNeisseria gonorrheae, que puede infectar tanto los órganos sexuales como la boca o los ojos, si se extiende mediante contacto manual. Se contrae por penetración vaginal o anal, sexo oral o la compartición de juguetes sexuales infectados, pero es muy raro su contagio mediante besos.
En cuanto a su periodo de incubación es de uno a catorce días, pero en muchos casos sus síntomas son apenas perceptibles o directamente no los muestra. Ahora bien, aunque su tratamiento a corto plazo es muy sencillo y eficaz, basado en antibióticos, si no se detecta y cura a tiempo puede extenderse por por el torrente sanguíneo, generalizando la infección.
En mujeres, así, puede ser causa de embarazos ectópicos, inflamaciones crónicas de pelvis o esterilidad por obstrucción de las trompas de falopio. En hombres puede llegar a provocar inflamaciones testiculares que terminen en infertilidad. Cuando se producen, en hombres los síntomas son secreciones mucosas blanquecinas vía la uretra, así como inflamaciones testiculares y dolores al orinar. En mujeres, mucho más asintomáticas, se dan molestias al orinar y pueden producirse dolores abdominales.
El virus del papiloma humano (VPH) es una infección viral que se puede contraer tanto por contacto entre pieles como por relaciones sexuales sin profilaxis. Tiene como característica principal la creación de pequeñas verrugas en el pene o la vagina que en general acaban por desaparecer sin que el portador llegue nunca a percibir su presencia.
Ahora bien, aunque en el hombre no tienen más ni consecuencias, en la mujer corren el riesgo -entre el 5 y el 10% de los casos- de dar lugar a desarrollos cancerosos de cuello de útero, por lo que trata de una enfermedad que debe ser severamente controlada. Los síntomas, a parte de las verrugas, que muchas veces pasan inadvertidas, apenas existen o son notorios, por lo que es muy fácil ignorar la enfermedad, especialmente en el sexo masculino, y extenderla a la contraparte.
Actualmente no existe un tratamiento claramente eficaz para el VPH, aunque en la inmensa mayoría de los casos el propio virus termina por autoeliminarse. En el caso de que se lleguen a producir lesiones precancerosas, el tratamiento más adecuado es la eliminación de las zonas afectadas mediante cirugía, sistema muy eficaz siempre y cuando se detecten precozmente en controles periódicos.
La hepatitis B es un tipo de infección por virus que afecta especialmente al hígado, aunque también puede atacar al sistema linfático, y que se trasmite mediante relaciones sexuales en las que interviene, sangre, semen o cualquier otro fluido, incluida la saliva. Tarda de uno a seis meses en mostrar síntomas, y cuando lo hace, la mayor parte de las veces -un 80% de los casos- son muy leves y la enfermedad se cura sola.
Solo en un 0,1% de los casos puede mostrar una hepatitis aguda que acabe en muerte de la persona, pero en el 20% restante la enfermedad queda como crónica. En este grupo un 10% se puede curar solo con el tiempo, pero el restante 90% acaba padeciendo, con los años, cirrosis hepática si no se trata adecuadamente, una enfermedad que termina en la muerte del paciente.
No obstante, existen diversos tratamientos hoy en día contra la hepatitis B crónica. Algunos son bastante caros y otros implican un tratamiento con interferones, una técnica con numerosos efectos secundarios físicos, si bien temporales. Por lo tanto, la hepatitis B es la enfermedad venérea más seria de las cuatro aquí descritas.
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