"Sería impensable que alguien como Raphael no tuviera claroscuros"

Raphaelismo es un monumento a la constancia de 60 años en el mundo de la música. La biografía de Raphael se estrena hoy en Movistar +. Es una docuserie de cuatro episodios a cargo de Charlie Arnaiz y Alberto Ortega quienes ya crearon la biografía de Paco Umbral, Anatomía de un Dandy. Un cantante en la intimidad y en los escenarios, con al propia implicación del de Linares y todo su archivo puesto al alcance del guion.

–¿Fue sencillo llegar a Raphael para una serie sobre él?–Charlie Arnaiz: Contactamos con Universal hace año y medio. Fue hablar con ellos para llegar hasta Raphael. Hubo bastante química con él y entendió que queríamos contar con una cara inédita. El proceso fue una maravilla porque tuvimos todo el apoyo de su entorno y su archivo personal es impresionante.

–¿Qué le ha parecido ‘Raphaelismo’ a Raphael?

–Alberto Ortega: Está encantado con el trabajo de la serie y sobre los temas sensibles siempre tuvimos su OK. Uno de los retos era la cantidad de archivo que tiene. Es un artista que ha dado conciertos por todo el mundo. Ha sido tomar un lienzo en blanco para rellenarlo con hitos.

–¿Han podido contar incluso con vídeos familiares?

–C.A: Es una suerte contar con tanto material que no había visto la luz. En Raphaelismo se pueden ver cosas que había contado pero que nunca se habían visto. Su hijo Jacobo Martos, director de cine, lo venía grabando desde hace años. Nos ha dado un Raphael más íntimo, soplando las velas con sus hijos, en el camerino, con un comportamiento muy natural. Es en calidad VHS, pero el espectador lo aceptará. En el capítulo 3 hay mucho material sin editar.

–¿Cómo resumirían esta vida?

–A.O.: Es un relato épico y sería impensable que un personaje que lleva 60 años como estrella no hubiera tenido sus claroscuros. A nosotros nos gusta pensar que Raphael es un artista en extinción, es el protagonista de una serie que con 80 años es capaz de llenar el Wizink Center. Sólo está a la altura de personajes como él: un chico de una familia muy humilde, que no lo tuvo nada fácil. Hay una lección y esa es el triunfo de la voluntad. Es una especie en extinción, porque no sólo canta sino que está por encima de la música.

–Ahora que se habla de enfermedad mental, tantos años en primera línea pasa factura en algún momento.

–C.A: Es el precio de la fama porque hay muchas cosas que dejas de lado a cambio del éxito. Raphael desde pequeño tenía claro que quería subirse al escenario. Cuando tiene una crisis de agotamiento en Las Vegas era fruto de su capacidad de trabajo. Ahí entra su mujer, la figura de Natalia Figueroa. Es una maravilla de persona, al conocerla lo entiendes todo. Le dio paz. Si quería tener una carrera larga necesitaba tener esa cabeza y esa familia. Pero también debió parar.

–A.O.: A día de hoy cuando acaba un concierto se vuelve a casa a descansar la voz. Se cuida todos los días. Siempre a dieta, no bebe cosas frías. Se ha tomado en serio su carrera. Parte de esa salud mental se lo ha dado su entorno más cercano. Sus hijos, con una educación excelente, le tratan como uno más y eso le pone los pies en la tierra.

–¿Cómo ha sido tratar temas como su sexualidad?

–C.A.: Resumir 60 años en 4 horas es muy difícil. Tuvimos varias entrevistas en profundidad y no puso ninguna línea roja. Habló cuando le decían que era el niño mimado del régimen de Franco, sobre la homosexualidad, su enfermedad, el alcohol, el trasplante de hígado.

–A.O.: Tener un diálogo con Raphael no es fácil, lleva muchas entrevistas encima. El reto es cómo lo sacas de su hoja de ruta para que cuente algo nuevo.

–¿Lleva un caparazón?

–C.A. : En las charlas se produjeron destellos de emoción que él mismo no esperaba, porque Rafael Martos está debajo de Raphael. Ahí vemos a alguien mucho más reflexivo. Es capaz de colgar el personaje en una percha y mostrarse cómo es.

–A.O.: El espectador lo va a ver. Hay personas esenciales, su madre y su mujer desde hace casi 50 años. Su boda fue una sorpresa y ha rebasado con creces el tiempo.