A medida que el mundo lucha para eliminar el virus, toca preguntarse cómo será el futuro y cómo aprenderemos a convivir con él. En los últimos meses, las preguntas han estado focalizadas en la campaña de vacunación, sus efectos adversos y la respuesta inmune del organismo. Por otro lado, el conjunto de la población que había superado el virus por infección,se hacia preguntas sobre la duración de los anticuerpos que lo combaten, su relación con la gravedad de la enfermedad o la efectividad en la norma establecida por Sanidad de recibir una sola dosis para generar la inmunidad completa.Pero, ¿qué diferencias hay entre ambas?,¿cuál nos protege más?, ¿cómo se genera la respuesta inmune?
Cuando todavía no había ninguna vacuna aprobada contra la Covid-19, muchas personas afirmaban que el contagio era la mejor forma de generar anticuerpos e inmunizarse del virus. Sin embargo, ahora se sabe que incluso una persona que ya ha pasado la enfermedad podría volver a contagiarse de nuevo, aunque es un caso menos probable.
En pocos meses, España ha conseguido alcanzar un índice de población vacunada que ya roza el 70% de la población con pauta completa. Esto invita a reflexionar sobre cómo es la inmunidad que adquirimos, cuál es su eficacia, su duración o si es equivalente a la generada por infección natural.
Para entender cómo actúan las vacunas contra el COVID-19 es útil primero saber cómo combate las enfermedades nuestro organismo. Cuando los gérmenes, como el virus que causa el COVID-19, invaden nuestro organismo, atacan y se multiplican. Esta invasión, llamada infección, es lo que causa la enfermedad. En respuesta, los elementos fundamentales del sistema inmunológico para hacer frente a la infección son dos: los anticuerpos y las células T y B.
-Los anticuerpos
Una de quienes contraen la enfermedad de forma grave poseen altos niveles de anticuerpos, mientras que las personas que contraen enfermedad leve o asintomática presentan bajos niveles de anticuerpos. Sin embargo,la presencia de anticuerpos no siempre quiere decir que la persona sea ''inmune'' a una reinfección, aunque sí son un seguro bastante eficaz de que así sea. La medición de los anticuerpos es sólo una parte de la respuesta inmunitaria, más compleja a largo plazo.
En primer lugar, para entender cómo actúa el virus, debemos entender su composición genética. El coronavirus tiene cuatro proteínas estructurales: S, M, N y E. Cuando el coronavirus nos infecta, nuestro sistema inmunitario actúa frente a todas las proteínas de este virión generando anticuerpos específicos frente a cada proteína (antígenos). Generamos así cuatro tipos de anticuerpos: - anti-S - anti-M - anti-N - anti-E. Los que detectan los test rápidos son los anti-N. Sin embargo, la inmunidad inducida con la administración de la vacuna es diferente, ya que solo se inocula una de estas proteínas, la S. Por tanto, los anticuerpos producidos tras la inyección son anti-S.
Es decir, que las vacunas sí que generan protección frente a la infección, de hecho, las proteínas S son las que vuelven al torrente sanguíneo y comienzan a fabricar de nuevos anticuerpos contra el virus en caso de reinfección.
Otra diferencia es que los anticuerpos producidos naturalmente por tu cuerpo en respuesta a una vacuna, pueden durar por mucho tiempo, pero los anticuerpos producidos en el laboratorio usualmente duran unos pocos meses, por lo que se requiere que las personas reciban una nueva dosis de manera periódica.
Sin embargo, también cabe destacar que los niveles de anticuerpos que se adquieren por una infección natural, disminuyen con el tiempo.Eso significa que cuanto más tiempo pasa desde la infección, menos resistente era una persona a un segundo contagio. Por ello, es importante la vacunación, ya que la respuesta inmunológica neutraliza al virus y además nos ofrece una protección a muy largo plazo.
Como se explica en The Conversation, los anticuerpos que se producen tras inmunizar con vacunas de ARN reconocen mejor al enemigo que los inducidos por la infección natural. Y lo mismo ocurre con las vacunas de adenovirus. Una vez más, dependerá mucho del estado inmunológico de cada persona o, seguramente, de la gravedad con que cursó la infección previa o la exposición a nuevas variantes.
Pese a ello,no se puede olvidar el hecho de que las personas que se vacunan después de haber pasado la infección tienen una respuesta inmune muy elevada y superior a las de personas que no han tenido contacto con el virus. Por ello, la norma establecida por Sanidad -una vez superada la infección- de completar inmunidad con una sola dosis, tiene una base empírica acertada.
En este sentido, investigaciones apuntan a que la primera dosis en personas que han superado la enfermedad, produjeron una respuesta de anticuerpos vigorosa, similar a una infección natural grave, pero la segunda dosis no proporcionó un aumento adicional en los niveles de anticuerpos. Este resultado está en línea con las investigaciones que justifican que en personas jóvenes y sanas no es necesaria la segunda dosis si se ha superado la covid antes.
-Inmunidad: células de memoria T y B
La clave de la inmunidad está en saber si a pesar de que los anticuerpos decaigan, el pacientedesarrolla una respuesta inmune completa, que también incluye la creación de glóbulos blancos con memoria, capaces de recordar y eliminar el virus muchos meses e incluso años después de la primera infección.
Las vacunas ayudan a desarrollar inmunidad al imitar una infección. No obstante, ese tipo de infección no provoca enfermedad, pero sí hace que el sistema inmunitario produzca linfocitos T y anticuerpos.Una vez que la imitación de la infección desaparece, al cuerpo le queda un suministro de linfocitos T de ''memoria''y también de linfocitos B que recordarán cómo combatir esa enfermedad en elfuturo.
En el caso de haber superado la infección,estas células inmunes viajan a la médula ósea y se quedan allí en estado latente. Si el virus reaparece, las células vuelven al torrente sanguíneo y comienzan a fabricar de nuevo anticuerpos contra el virus.
En caso de una reinfección, la respuesta inmunitaria secundaria permite que cada vez que un linfocito B se vuelve a encontrar con un antígeno determinado, pueda reconocerlo de inmediato. Así,se multiplican, se transforman en células plasmáticas y producen anticuerpos. En este proceso, los linfocitos T cooperadores ayudan a los linfocitos B. Esta respuesta es veloz y muy eficaz y evita las complicaciones graves e, incluso, los síntomas.
Sin embargo, el cuerpo suele tardar algunas semanas en producir linfocitos T y linfocitos B después de la vacunación. Por lo tanto, es posible que una persona que contrajo una enfermedad por infección justo antes o justo después de vacunarse desarrolle síntomas y contraiga la enfermedad, porque la vacuna no tuvo suficiente tiempo de brindar protección.
- Infección natural
La inmunidad colectiva también se puede alcanzar cuando un número suficiente de personas en la población se ha recuperado de una enfermedad y ha desarrollado anticuerpos protectores contra una futura infección.
Pero hay algunos problemas importantes al confiar en la infección comunitaria para crear inmunidad colectiva contra el virus que causa la COVID-19:
-Vacunas
La inmunidad colectiva también se puede alcanzar cuando un número suficiente de personas se ha vacunado contra una enfermedad y ha desarrollado anticuerpos protectores contra una futura infección. A diferencia del método de infección natural, las vacunas crean inmunidad sin causar la enfermedad ni generar complicaciones.
Sin embargo, alcanzar la inmunidad colectiva mediante las vacunas puede ser difícil por muchos motivos. Por ejemplo: