El concepto de longitud del pene se asocia a la virilidad o a la masculinidad. Muchas veces hemos oído eso de que “el tamaño importa”, pero ¿es cierto? Lo que sí es cierto es que la edad, la obesidad y otras enfermedades pueden conllevar una pérdida de la longitud del pene o una percepción de esa reducción. No obstante, en función del origen de esa reducción existen tratamientos para mejorar el tamaño.
El envejecimiento trae consigo “una pérdida de elasticidad de la piel del pene, lo que puede producir una retracción del pene”, explica François Peinado Ibarra, jefe del Servicio de Urología del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, de Madrid. Pero, además, a consecuencia de la edad se acumulan depósitos de grasa en las arterias, lo que reduce el flujo sanguíneo al miembro. Esto produce que el tejido cavernoso del pene se debilite y puesto que sus vasos sanguíneos son los que producen las erecciones esto se asocia con erecciones más pequeñas o menos firmes.
El impacto del aumento del peso, especialmente cuando se trata de la circunferencia abdominal y de la zona del pubis, “da la impresión de que el pene se hace más pequeño”, explica Verónica Blasco, del Instituto de Sexología Amaltea. Esto no es exactamente así, añade Peinado, sino que “el aumento de peso hace en muchos casos que el pene se vaya enterrando en la grasa púbica. La razón por la que parece más pequeño es porque el pene está adherido a la pared abdominal y,cuando el abdomen crece, tira del pene hacia dentro”.
En el caso de estos hombres, además de enviarles al Servicio de Nutrición para iniciar un tratamiento de pérdida de peso, uno de los problemas que se presentan es que“la grasa intrapúbica es muy difícil de perder. No es lo mismo que la grasa que está en el abdomen por encima del ombligo. Aunque adelgacen mucho no van a conseguir perder esa grasa o ese paquete adiposo en la zona del pubis”, explica Peinado.
En esos casos, se intenta eliminar esa grasa en quirófano para poder exteriorizar el pene. “Incluso podemos hacer una sección del ligamento suspensorio con lo que conseguimos extraer o sacar hacia fuera más pene”.
Para paliar este problema se pueden utilizar distintas técnicas que ayudarán a mejorar la pérdida de longitud de pene, no aumentándolo sino sacándolo hacia el exterior. Para ello se pueden aplicar tres procedimientos:
En los hombres que han sido operados de una prostatectomía radical tras un cáncer de próstata algunas investigaciones señalan que puede producirse una retracción del tamaño del pene. “En estos pacientes si no hay erecciones se puede colocar una prótesis de pene y en el mismo proceso quirúrgico seccionar el ligamento suspensorio para ganar un poco de miembro”, señala Peinado.
La enfermedad de Peyronie, aunque bastante desconocida, es un trastorno por el cual se forma una placa -tejido cicatricial- en el pene. Cuando esta placa se agranda puede producir fuertes dolores, disfunción eréctil, y dificulta las relaciones sexuales. Pero, además, puede causar una reducción en la longitud y la circunferencia del pene. En este trastorno, según Peinado, se considera realzar el tratamiento si esa curva es dolorosa o impide las relaciones sexuales. La cirugía irá dirigida a eliminar el tejido cicatricial que causa encogimiento, flexión o dolor.
Según el jefe del Servicio de Urología del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, de Madrid, de media los hombres tienen un tamaño medio de pene en flacidez alrededor de los 9 a 9,5 centímetros y de 13 a 13,5 centímetros en erección. Sin embargo, hay cierta tendencia a desear un mayor tamaño creyendo que eso permitirá alcanzar la perfección y satisfacer mejor a la pareja sexual.
Se trata de un tema que preocupa a los hombres, que cuando acuden a consulta “se les realiza una evaluación global de la situación genital del hombre y en función de esa situación le proponemos todas las opciones posibles. Solamente sería indicación estricta: operar un micropene, se trata de penes pequeños, por debajo de los 7,5 centímetros en flacidez y que causan complejos importantes”, añade Peinado.
Peinado es de la opinión de que más que la largura a la hora de la satisfacción sexual, importa más el grosor, ya que en el caso de parejas heterosexuales un pene grande puede suponer un problema a la hora de introducirlo en la vagina.
Blasco estima que para la mujer el tamaño no suele ser muy importante, salvo excepciones, claro. “Con el modelo de erótica que tenemos de pene-vagina-penetración, toda la responsabilidad recae en la erección del pene. Para ser superhombre tengo que tener un pene en condiciones y una buena erección. ¿Qué ocurre con esto? La vagina en realidad no tiene apenas terminaciones nerviosas, éstas se localizan en su mayoría en la vulva y el clítoris. Si no salimos de ese modelo erótico, nos perdemos todo el camino, todo el recorrido y todo el cuerpo” para tener una relación sexual placentera.
Y este concepto de largura asociado a virilidad, apoyado en un constructo cultural, bebe también de la pornografía con sus distorsiones y exageraciones. “Muchos jóvenes no reciben otro tipo de educación sexual más allá de los estímulos que ven en la pornografía, que no deja de ser la ciencia ficción de la realidad”, añade Blasco.En ello coincide Peinado, para quien “es un tema muy importante y deberíamos educar y formar más. Muchas veces los jóvenes o los pacientes creen en mitos que son falsos”.
Blasco recuerda que la pornografía está también normalizando determinadas conductas que hasta hace poco no eran habituales y “los jóvenes las hacen por seguir el patrón que están viendo y no por realizar esas conductas”.