Laura Conde
Dice el chef Xavier Pellicer, del restaurante Xavier Pellicer Healthy Kitchen, que es importante "mantener un equilibrio entre el placer de la ingestión y el bienestar de la digestión", algo que no se había tenido muy en cuenta hasta ahora en el ámbito de la alta gastronomía, y que cada vez más comensales ponen sobre la mesa. De nada sirve, pues, disfrutar en la mesa con un menú o demasiado contundente o compuesto de alimentos muy pesados o difíciles de digerir, si luego vamos a pagarlo durante la tarde o la noche con una digestión lenta, molesta o farragosa.
"Cada persona es un mundo y no a todos les cuesta lo mismo digerir determinados alimentos", explica la nutricionista Fátima Branco, quien recuerda que mientras algunas personas tienen muchísimos problemas para digerir lasverduras crudas, sobre todo por la noche, "otras pueden consumirlas sin ningún problema y no deberían dejar de hacerlo siempre que les sienten bien".
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— Brian S²D² Mon Jun 03 16:09:17 +0000 2019
"En líneas generales son los alimentos más grasos los que nos cuesta más digerir. En el caso del huevo, cuanto más cuajada esté la yema es peor, porque la grasa se concentra ahí y, por tanto, su digestión puede resultar complicada", recuerda Branco, quien insiste en que el nivel de tolerancia al huevo depende siempre "de la variabilidad individual", de modo que todos aquellos que no tengan ningún problema con él deberían seguir tomándolo a cualquier hora, puesto que es un alimento muy interesante nutricionalmente. "No hay mejor tentempié que uno o dos huevos duros, que podemos llevar a cualquier sitio y consumir con facilidad, pues son saciantes, moderadamente calóricos y muy completos nutricionalmente, con un elevado aporte de proteínas de alta calidad", añade la experta.
Las frituras suelen ser especialmente difíciles de digerir, sobre todo si las tomamos fuera de casa. En este sentido, Branco recomienda "tratar de no comer frituras en restaurantes, ya que en muchas ocasiones se emplean aceites que se han reutilizado varias veces alcanzando altas temperaturas y que producen acroleínas, que irritan la mucosa gástrica", explica Branco. La acroleína es un líquido incoloro o amarillo, de olor desagradable, que aparece cuando un aceite o cualquier otra grasa quema o humea. Esto significa que, si bien el aceite de oliva debe ser la grasa de elección, gracias a sus efectos cardioprotectores, no debe consumirse en frituras si buscamos una digestión óptima, y mucho menos fuera de casa.
La grasa se digiere y metaboliza en forma de triglicéridos y el estómago tarda más en digerirla que los carbohidratos o las proteínas. Por este motivo, la comida con un alto contenido en grasas provoca una sensación de saciedad más prolongada, pero también puede causar problemas digestivos en algunas personas. Es el caso de la mantequilla, que pese a que durante mucho tiempo se ha considerado un factor de riesgo para la salud cardiovascular, un estudio elaborado por la Universidad de Copenhague y publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, señala que las personas con niveles de colesterol normales pueden consumir mantequilla de forma moderada, aunque aquellas que tienen los niveles altos deben mantener su consumo bajo mínimos.
"Para digerir correctamente la lactosa necesitamos lactasas, que son las enzimas responsables de la hidrólisis de la lactosa presente en la leche y otros productos lácteos", explica Branco, quien señala que "con la edad estas enzimas van perdiendo actividad". La nutricionista recuerda que es habitual que cuando eliminamos la leche de la dieta durante periodos concretos por voluntad propia, nos cueste mucho más digerirla al retirar su consumo, ya que las lactasas pierden actividad.En palabras de la nutricionista Paloma Quintana, "si la leche nos sienta bien es una bebida muy recomendable, que aporta proteínas y grasas, y es absurdo, e incluso contraproducente, sustituirla por la versión sin lactosa o por leches vegetales". Esto no se aplica a quesos y yogures, ya que al ser fermentados "están libres de lactosa, ya que esta pasa a ácido láctico, salvo en aquellos casos en los que la industria los añade aparte", explica Branco
Tanto la lechuga como las endivias, escarolas y otras verduras que consumimos crudas favorecen la producción de gases, de manera que resultan especialmente indigestas para muchas personas. "En líneas generales todos los alimentos que tienen fibra producen gas, y hay que tener en cuenta que si las cocemos siempre nos van a sentar mejor que si las comemos crudas", señala Branco. Así pues, la nutricionista recomienda que, en el caso de las legumbres, si ya pueden resultar de por sí indigestas para muchas personas, lo mejor es comerlas en ensalada y acompañadas de otros alimentos de fácil digestión, "ya que si optamos por los guisos clásicos, con callos, carnes grasas o chorizo, estaremos obligando al cuerpo a hacer un esfuerzo extra", explica la experta.
Branco señala, asimismo, que la fibra puede resultar indigesta en un principio pero que el cuerpo siempre se acaba acostumbrando. "Es habitual que muchas personas que deciden comer sano, e incorporan prácticamente de golpe a la dieta frutas, verduras y hortalizas que hasta el momento no comían pueden tener problemas para digerirlas a causa de la fibra. Es una situación temporal, ya que el intestino se va acostumbrando poco a poco", explica Branco.
Al tener un mayor porcentaje de grasas que la carne blanca, la carne roja suele costar más de digerir, de manera que lo mejor es consumirla con moderación y acompañada siempre de alimentos ligeros. Quintana alerta, por su parte, de los riesgos de consumirla a la brasa. "Al exponer el alimento a una llama directa, se puede dar un exceso de unas sustancias relacionadas con el aumento del riesgo de cáncer", explica Quintana, aunque asegura que en ningún caso existe este riesgo si el consumo se produce de forma puntual.
Tanto la bollería en particular como los ultraprocesados en general suelen contener, según Quintana, "grandes cantidades de azúcar, ácidos grasos hidrogenados, sal y harinas de mala calidad, muchas veces todos a la vez, lo que hará que además de ser perjudiciales para la salud sean también muy difíciles de digerir".La nutricionista recuerda, además, que son alimentos que solemos consumir a primera hora, para desayunar, "generando una respuesta metabólica a nivel hormonal mucho peor que si los incorporamos en cualquier otro momento del día". Quintana recomienda sustituirlos por otros hidratos de carbono con baja carga glucémica, procedente de cereales como la avena u optar por desayunos más creativos a base de huevos, hummus, guacamole, sardinas o cualquier otro alimento que nos guste.
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