Desde el bypass de Favaloro en 1967, hasta los satélites de Satellogic, empresa argentina que salió a la bolsa en Nasdaq el 26 de enero de 2022, hay un enorme recorrido de talento. MercadoLibre, Ualá, Mural, Auth0, OLX y la eterna fila de up and coming startups que van a ser unicornios en los próximos 5 a 10 años.
Somos uno de los países con más adopción de criptomonedas en el mundo. Casi todos los equipos que están desarrollando proyectos sobre Ethereum, tienen al menos un integrante argentino.
El talento sobra, entonces la pregunta es: ¿por qué nos va tan mal?
Vivimos dos realidades: la del país y la del metaverso tecnológico, en el que un programador gana ocho veces el sueldo promedio del resto de la población.
El peso vale cada vez menos, y los pocos que ganan en dólares deciden que vivir en Estados Unidos o Europa es una mejor idea. Y los políticos, más allá de las banderas que levanten, parecen no tener la menor idea para que lado queda el futuro.
No creo que un Estado pueda manejarse como un startup, porque hay temas estructurales que tiene que atender y no puede ignorar, pero sí creo que hay muchas cosas que puede imitar.
Cuando un país está arruinado (suena fuerte, pero… 50% de pobreza), tiene que elegir inversiones asimétricas. Es decir, inversiones que no requieran demasiado capital, pero pueden retornar 1000 veces el mismo.
La tecnología no es solo el futuro, es el presente y, como país, deberíamos estar formando programadores. De las cinco compañías más valiosas del mundo, cuatro nacieron como startups tecnológicas (Apple, Microsoft, Google, Amazon), y todas están desesperadas por contratar programadores.
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— Linux News Fri Nov 04 06:22:25 +0000 2011
Hay empresas, como Henry, que enseñan a programar a gente sin ninguna experiencia o capacitación previa. Las personas entran sin saber nada y en 6 meses salen programando. Henry no cobra nada a los estudiantes hasta que consiguen su primer trabajo. En promedio, los egresados multiplican su salario por 4 y, más del 90%, consigue trabajo en 6 meses.
No se me ocurre un mejor ejemplo de movilidad social ascendente y no veo motivo para no replicar iniciativas como esta desde el ámbito público.
Los emprendedores encuentran la vuelta, siempre, incluso en países como el nuestro.
Miremos otro ejemplo: la economía. Con una inflación pronosticada de 50% o más en el 2022 y escaso acceso a divisa extranjera, cómo hacen los argentinos para no tirar el fruto de su trabajo a la basura. La respuesta que trae la tecnología son las criptomonedas, difíciles de regular, pero especialmente difíciles de detener.
Empresas como Buenbit, Belo, Lemon y otras permiten a los argentinos acceder al dólar cripto y comprar todos los que quieran. Luego le dan acceso al mundo de las finanzas descentralizadas en Ethereum, en las que se puede invertir con tasas de hasta 18% anual en dólares. Y, cómo si no fuera suficiente, también dan cashbacks. Las wallet te reintegran en bitcoin, ether o dai el 2% de todo lo que gastas con tu tarjeta.
Por su parte, empresas como Ualá, Mercado Libre y Brubank, mejoraron por cien la experiencia de tener una cuenta bancaria.
En definitiva, la tecnología nos mejora la vida a todos.
¿Pero dónde están los emprendedores que generaron todo este incalculable valor para el país? En Uruguay, en España, en Brasil, o en Estados Unidos.
Viven en países que incentivan su actividad porque entienden que son indispensables para la prosperidad, no solo del pequeño porcentaje que programa, sino de todo el resto, que va a trabajar en áreas administrativas, creativas, de soporte o incluso como emprendedores, incrementando sus ventas con plataformas como Rappi o PedidosYa.
La argentina tiene una sola oportunidad para cambiar su historia y, sin dudas, es a través de la tecnología y las startups.
Aquel que quiera aprovechar esta chance deberá regular en pos de una educación más pragmática, un régimen impositivo más amigable con las startups y con una mirada que comprenda que, desde la tecnología, un emprendedor puede crear la mejor escuela, encontrar tratamiento para una enfermedad o revolucionar la economía.
(*)El autor es emprendedor y empresario.