Ese boquetito que todos tenemos en el centro de nuestro abdomen es la única cicatriz que demuestra que procedemos de otro ser humano. El cordón umbilical que une al bebé y a la madre, y por donde pasan los nutrientes y el oxígeno para vivir dentro de la barriga, es cortado al nacer por el médico durante el parto.
Aunque hay quien apunta que la forma de nuestro ombligo puede deberse al tipo de corte realizado por el médico el día del parto, lo cierto es que no hay evidencias científicas en este sentido. Entonces, ¿por qué hay ombligos salidos y otros hundidos?
El ombligo es una cicatriz que se forma en nuestro cuerpo tras secarse el cordón umbilical. La forma que presentan unos y otros depende de las características físicas de cada persona, así como su tipo de cicatrización.
En el caso de aquellas personas que tienen el ombligo ‘salido’ (un 10% de la población) deben saber que no es algo malo, ni grave, ni tampoco nos aporta superpoderes. Tener el ombligo salido se debe básicamente a alguno de los siguientes factores:
En ambos casos, se genera un tejido que forma una especie de bultito que sobresale del ombligo, dándole ese aspecto de ombligo ‘salido’.
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— Dan Myers Fri Jul 09 16:03:03 +0000 2021
Por su parte, la forma de nuestro ombligo y el que este esté más o menos hundido dependerá del espacio que cada cuerpo tiene entre la piel y la pared abdominal.
Si tu problema es que se te ha salido el ombligo ya de mayor puede deberse a varios motivos como un embarazo, obesidad, cirugías, acumulación de líquido e incluso una hernia.
Este tipo de hernias se producen cuando parte de nuestro intestino sobresale a través de la abertura en los músculos abdominales por los que pasó el cordón umbilical antes de nacer y que con el paso de los años se han podido abrir.
En el caso de que nos aparezca una hernia durante nuestra etapa adulta es posible que necesitemos cirugía ya que pueden darse molestias abdominales, además de ocasionar una inflamación suave o protuberancia cerca del ombligo.
Este tipo de hernias suele aparecer debido a un exceso de presión abdominal, como obesidad, embarazos múltiples, cirugía abdominal previa, diálisis peritoneal o ascitis (acumulación de líquido en el espacio entre el revestimiento del abdomen y los órganos abdominales debido al consumo de alcohol o hígado graso).