Los datos dicen que en España, faltan empresas que aporten alto valor añadido en la innovación, mujeres emprendedoras y vocación femenina por la ciencia. Isabel Portero (Salamanca, 1970) es mujer, médico, empresaria y fundadora de una start-up -que ya cuenta con 24 empleados- en el sector de la biotecnología. Fue hace seis años cuando decidió renunciar a un trabajo muy bien remunerado en una farmacéutica en Suiza para dar forma a una idea: diseñar test biomédicos para personalizar tratamientos para enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico, la inflamación o los traumatismos. El resultado fue Biohope, una empresa que ya está en el proceso de comercializar sus innovaciones para ayudar a los pacientes a tolerar mejor los trasplantes.
Cuando estaba cerca de cumplir los 40 años, Portero había ejercido como médico en varios hospitales, había sido profesora de la universidad, había trabajado en la industria farmacéutica y también en la de biotecnología. "Esa visión de 360 grados fue la base para que en un momento determinado yo quisiera correr el riesgo de fundar Biohope, porque era un riesgo muy alto", explica en esta entrevista con la que trata de lanzar varios mensajes.
Uno a los políticos europeos para que abandonen la visión cortoplacista y apuesten por la ciencia; otro a los inversores del Viejo Continente para que asuman riesgos -como hacen sus colegas de Estados Unidos y de Asia- e inviertan más en empresas de biotecnología; otra a los padres para que apoyen más a sus hijas desde la cuna para que se dediquen a la ciencia; y otra a los empresarios a los que, como médico, explica que deben ayudar a que la mujer concilie en el primer año de vida del bebé sin que eso pese en su carrera profesional.
La fundadora y CEO de Biohope, Isabel Portero.Silvia Pérez El Español
¿A qué se dedica exactamente Biohope?
Es una pequeña pyme de biotecnología. Nos dedicamos a la medicina personalizada y en concreto, inventamos y desarrollamos test biomédicos que permitan diseñar el tratamiento médico de determinadas enfermedades. Donde más trabajamos es en el campo del sistema inmunológico. En los medicamentos que modulan las defensas del organismo.
¿Cómo surgió esta idea?
La razón por la que fundé esta empresa es porque me di cuenta de que en distintos campos de la medicina, la personalización está muy establecida. Un ejemplo es el de los tratamientos para el cáncer que ahora son muy distintos a hace 30 años y la diferencia más grande es la personalización. Se estudia muy bien el cáncer para ver qué tratamiento es el más adecuado para esa persona. Ese concepto, que está muy implantado en la oncología y otras áreas, en el mundo del sistema inmunológico, de la inflamación, de los traumatismos, no está introducido. Así que quería crear unas herramientas que permitieran aplicar esos conceptos en un área diferente.
Y para ello, necesitó inversión pública. ¿Cómo funciona la colaboración público privada a la hora de emprender en un campo tan prometedor como el suyo?
Es muy diferente crear una empresa de este tipo en Europa que hacerlo en otros continentes. En otras regiones del mundo, como América y Asia, el sector privado está acostumbrado a invertir y financiar este tipo de aventuras. La cantidad de inversión que se inyecta allí en empresas de biotecnología puede llegar a ser hasta 10 veces superior a la de otras zonas del mundo más conservadoras, como Europa.
Ser conservador tiene sus pros y contras, pero para este tipo de cosas tiene más contras que pros. El inversor promedio europeo está acostumbrado a tener un capital asegurado donde el riesgo sea relativamente bajo. Pero la biotecnología es una aventura arriesgada. Puede ir muy bien o puede no salir lo que esperas. Es inherente al sector. En otras regiones, los inversores diversifican, invierten en 10 empresas para que salga una. Pero en Europa, es el sector público el que acaba tirando, al menos en los inicios.
Así que el problema no es solo español...
Es común en toda Europa. Sin financiación pública, es imposible sacar algo así adelante. El programa europeo Horizonte 2020 nos permitió desarrollar Biohope. Ahora hemos vuelto a concursar otra financiación pública. Sin esas piezas, sería imposible. Por eso, hay que explicar que para sacar un avance biotecnológico hace falta inversión. En el caso de los test biomédicos está entre 15 y 20 millones de euros desde el comienzo de todo hasta que se vende bien. Pero en el de otras empresas de biotecnología que desarrollan fármacos, son inversiones que pueden llegar a los 50 millones de euros. En Estados Unidos, ese dinero, sale de grandes corporaciones, fondos de inversión y gente muy rica y en Europa más te vale que una parte la puedas conseguir de fondos públicos.
Porque una vez se invierte, ¿cuánto hay que esperar hasta que llega la rentabilidad?
La espera es larga. Siendo honestos, la rentabilidad puede venir entre 10 y 15 años después con algunas excepciones. La aplicación de una tecnología ya desarrollada a un campo paralelo acorta mucho los tiempos. Eso ha pasado con Biotech, la empresa que ha desarrollado una de las vacunas más conocidas frente a la Covid. Tenían una tecnología desarrollada y estaba haciendo su ciclo largo en el campo de la oncología. Pero se dieron cuenta de que con pequeños cambios podían aplicarla al virus y pudieron hacer la vacuna muy rápido.
La pandemia ha demostrado la importancia de invertir en este tipo de empresas en Europa, ¿es optimista con lo que se pueda hacer con los fondos europeos?
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— Naruto Sun Sep 18 06:28:02 +0000 2016
Podría contestar mejor dentro de seis meses para saber lo que pasa realmente. La pandemia ha demostrado cómo la creación de valor en salud es importante. Antes parecía que éramos frikis y ahora pensamos que menos mal que había unos frikis en Alemania, los de Biotech.
Soy optimista, pero estas inversiones son largoplacistas y eso es algo contracultural para toda la clase política. Son decisiones estratégicas a medio y largo plazo. Me gustaría hacer llegar el mensaje de que merece la pena invertir en empresas tecnológicas, no solo de la salud. España podría ser un polo tecnológico en el sur de Europa. Este sector acaba vendiendo al exterior productos caros de alto nivel porque toda la innovación en salud es global. Se animaría la creación de puestos de trabajo de alta competencia y sería buen mensaje para los jóvenes.
¿Cómo se produce el salto de médico a emprendedora?
Es un cambio tremendo. Soy una profesional con experiencia variada y esa visión de 360 grados fue lo que hizo que quisiera correr este riesgo. Tenía la idea de desarrollar cosas que fueran útiles en el mundo de la biotecnología para personalizar los tratamientos porque lo había visto en otros campos. No me quise quedar con la duda de si se podría hacer y si lo podría hacer desde España. Cuando tomé esa decisión, rechacé un trabajo en Roche en Suiza, un trabajo muy bien pagado y con buena proyección.
La fundadora y CEO de Biohope, Isabel Portero.Silvia Pérez El Español
En aquella época, tenía cerca de 40 años. Pero no tenía hijos eso hubiera marcado diferencias, pero no los tenía y dije: 'si no lo intento me voy a quedar toda la vida pensando en si era posible o no crearlo'. Así que decidí correr el riesgo. Solo con pensar en querer hacerlo no es suficiente porque necesitas dinero. Pero conocí a una persona a la que le conté mi idea y mis dudas. Desconocía que era una persona con posibles, pero le gustó mi idea y me puso un capital inicial que permitió fundar la empresa y arrancar. Detrás de eso, pudimos pedir fondos europeos y hemos llegado hasta aquí en estos 6 años.
¿La maternidad hace que las mujeres seamos menos emprendedoras?
La verdad es que sí. Reconozco que no tener hijos pesó en la balanza y comprendo que a las mujeres que los tienen, les pese. En mi caso, era un buen sueldo de Suiza, pero en un trabajo no tan interesante como hacer algo así. Era un muy buen empleo y comprendo que en un momento dado, esa balanza sea delicada. El emprendimiento está asociado con un perfil muy concreto: hombre, joven. Y si es mujer, joven también. Pero una mujer de mediana edad que haga algo así es muy raro, somos muy pocas por los riesgos porque es verdad que puede salir mal. Comprendo que la decisión no es fácil porque las mujeres tendemos a proteger la familia, el hogar, y eso juega en nuestra contra. Lo curioso es que a los hombres les pasaría igual, pero se lo toman de otra manera.
Nos pasa como a los inversores europeos, ¿somos más conservadoras que los hombres?
Diría que sí porque conozco mujeres con muchísimo talento, aunque esto no va por géneros. Soy muy meritocrática y admiro a la persona con independencia del género. Pero las mujeres asumimos tradicionalmente más carga familiar. Nos pesa esa mochila.
Ya antes de ser madres, los estudios dicen que faltan niñas en STEM y en carreras con vocación científica...
He hecho varias colaboraciones para animar a las niñas a estudiar carreras de ciencias. Antes había desánimo porque 'los hombres eran listos para ciencias' y las mujeres eran más 'cuidadoras', pero eso está cambiando aceleradamente. Les diría a las niñas que el mundo es suyo. Mi madre fue a la universidad milagrosamente porque sus padres estaban en contra de que estudiara. Ella se lo pagó todo: fue una heroína de su tiempo. Ese mundo ya no existe, afortunadamente.
Mi mensaje no va tanto a las niñas como a los padres. Cuando las niñas se echan para atrás en este tipo de carreras es porque se sienten inseguras porque les han transmitido una desconfianza. Se les transmite que no van a tener el carácter adecuado porque por supuesto, ellas son inteligentes, como los niños.
¿Ocurre esto más en España que en otros países?
Es mundial, pero aquí sí hay diferencias por países concretos. Donde obviamente la situación es peor, es en los países árabes. En el caso de Europa, el poso tarda generaciones en cambiarse. Hace 50 años existía en todas las capas sociales, ahora ya no tanto pero hay cierto runrún que en algunas familias es más evidente que en otras. La labor fundamental es de los padres que deben transmitir a sus hijas confianza en sí mismas.
Usted es CEO de Biohope, ¿dirige una empresa equilibrada en género?
Casualmente, de los 24 que somos un poco más mujeres que hombres, pero no soy amiga de establecer cuotas, aunque sé que esto es polémico. Soy muy meritocrática, lo que desde luego no hago es que a una mujer porque se quede embarazada o tenga hijos o sea joven, dejarla de lado de ninguna forma. Es decir, las mujeres que están conmigo es porque tienen el mérito de estar. Y están en igualdad de condiciones todos. Creo que es como debe ser. Aquí entra la conciliación.
Como soy médico, comprendo que un bebé el primer año de vida necesita mucho de su madre biológica y eso es algo que hay que respetar a nivel social y empresarial. Pero eso no tiene que descabalgar a una mujer de su proyección profesional y de poner en práctica su talento.