Joan Subirats (Barcelona, 19 de mayo de 1951) sustituye a Manuel Castells, que ha dejado el Ministerio de Universidades por motivos de salud. Si algo conoce Subirats es el hábitat universitario. Entre los años de estudiante y los de profesor, acumula 53 años en la universidad, hasta que dio el salto a la política de la mano de Ada Colau, que le encargó rescatar la cultura en la ciudad y ahora lo ha situado como ministro para que los comunes tengan voz política propia en el Gobierno de Pedro Sánchez.
¿Le ha nombrado ministro Sánchez, Yolanda Díaz o Colau?
Desde el punto de vista formal, me ha nombrado Sánchez. La llamada para pensar si aceptaba me la hizo Colau. Sin el acuerdo de los tres no sería ministro.
¿Qué queda de aquella nueva política que anunciaban Podemos y los comunes?
En estos años estamos asistiendo a un cambio de época y cuando vemos los actuales debates energéticos, sobre movilidad, comercio, comunicación… comprobamos que la nueva política es uno de los factores que ha contribuido a que las cosas hayan pasado de esta manera. El gobierno de coalición no era imaginable hace unos años. Y hay un cambio en lo que llamo los sentidos comunes, lo que es o no pensable hacer.
¿Es frágil el Gobierno de coalición?
El sistema político ya no es estable. Rubalcaba decía que no era posible tener gobiernos estables con menos de 170 diputados. Y qué lejos está ahora esa cifra para cualquier partido. Las democracias en el mundo también son menos estables.
¿Yolanda Díaz representa mejor el momento actual del espacio alrededor de Podemos que Pablo Iglesias?
El acto de València expresó más pluralidad de fuerzas políticas que otros anteriores. Cada uno juega su papel en su momento.
Se ha dicho que usted es el padre intelectual de Colau.
Nadie se puede atribuir una paternidad intelectual de la alcaldesa, que tiene una trayectoria propia. Coincidimos en el 2014, yo desde una reflexión más intelectual y ella desde la práctica activista. Y la relación se ha ido consolidando.
¿Qué enseñanza extrae de estos años de gestión política?
Mi especialidad ha sido la ciencia política y contrastar la teoría con la práctica era un reto. He aprendido que hay cosas que enseñaba que tenían sentido y otras me han sorprendido, como el cortoplacismo de la actividad política o la importancia de la comunicación.
¿Funciona mejor la coalición progresista en Barcelona o en el Gobierno central?
Mi primera impresión es que el nivel de compromiso con lo que se decide de manera conjunta en Madrid es muy fuerte. El contraste de posiciones y de ideas existe y está bien que nos acostumbremos porque la fragmentación política va a seguir.
¿Ha visto la película No mires arriba ?
Sí que la he visto. Es ligera pero explica lo que antes comentábamos, el papel de los medios, la posverdad, el papel de la ciencia. Plantea temas muy actuales.
Y el papel de las redes sociales, que fueron importantes para los comunes. ¿No ahondan en el cortoplacismo político?
Sí, pero el sistema político renueva su legitimidad y su autoridad a partir de la de la voluntad popular expresada en las elecciones. El cortoplacismo se tiene que contrastar con otras lógicas a largo plazo, como los objetivos del 2030 o los compromisos con la UE.
¿Qué cambios urgentes debería afrontar el Gobierno central? ¿Debería atreverse a un cambio constitucional?
Mi primera impresión en el Congreso es de un alto nivel de crispación política y falta de alternativas de la oposición. Se necesita más altura de miras para afrontar estas cuestiones.
Eso puede ser una excusa para el inmovilismo.
Es obvio que se necesita cambiar la Constitución, pero no logramos ni modificar el Consejo del Poder Judicial. No creo que podamos abrir ese melón aunque sea necesario. Pero en estos dos últimos años es impresionante la cantidad de cambios legislativos que se han hecho. Solo en Universidades ha habido decretos sobre tasas, sobre becas, la ordenación de nuevas universidades, la del sistema de estudios de titulaciones, ley de convivencia, discusión de la ley del sistema universitario...
Pues a Manuel Castells se le llamaba el ministro invisible.
Que Castells tuviera menos presencia en la prensa es otro problema. Pero siendo un ministerio desligado de Ciencia y Educación se ha hecho mucho.
¿Debería unirse a Ciencia?
Lo importante es que las relaciones entre los ministerios sean fluidas. Para mí es imposible ser ministro de Universidades sin tener una constante relación con Ciencia, Economía, Educación, Trabajo y Cultura. Por ejemplo, hay que ver qué efectos tienen las nuevas tecnologías o la inteligencia artificial en el sistema curricular. Y tenemos que ir a una formación a lo largo de toda la vida.
¿Qué papel han de jugar las universidades en este campo?
El objetivo de la UE es doblar la gente que está formándose de 16 a 70 años, que es actualmente el 30%. Las universidades no pueden quedar al margen.
¿No necesitan más flexibilidad y autonomía de decisión en titulaciones, contrataciones, gestión de personal?
En eso estamos, intentando ver cómo organizamos el tema de la ley orgánica universitaria (LOSU) y los decretos para que sea posible. Pero acabo de llegar.
La LOSU no facilita la agilidad y es excesivamente reguladora, según el sector.
Está en proceso de elaboración.
¿Cuál es el calendario para aprobar la ley?
Tengo claro que no empezaré de cero. Se ha hablado con todos los sectores y ya hay un trabajo hecho. Es cierto que hay opiniones distintas, pero lo que me preocupa son las coaliciones de bloqueo, gente que no está de acuerdo entre ellos, pero sí en bloquear el cambio.
Quizás eso ya está pasando porque este borrador lo rechazan los rectores, los estudiantes, los sindicatos…
La universidad no va a cambiar por una ley pero sin ella no habrá cambios significativos. La combinación de formación a lo largo de la vida, la ciencia ciudadana, ciencia abierta, trabajar con inteligencia artificial… son elementos nuevos. Las universidades son instituciones milenarias que han pasado por muchos cambios de época y que han sido capaces de adaptarse.
¿Y respecto a la gobernanza, la elección de rector, la composición del claustro o la elección del Consejo Social?
Estos temas, tan discutidos, tendremos que revisarlos, sí. Insisto en que acabo de llegar.
Esta ley necesitará el apoyo de los aliados parlamentarios. ¿Ve sólida esa alianza?
Ha funcionado con notable solidez hasta ahora. Hay tensión entre el Gobierno y sus aliados, pero hay que ver las alternativas que existen fuera.
O sea, mientras PP y Vox estén en el otro lado…
Eso favorece los acuerdos. Y además se puede ir forjando una forma más plural de entender el país. Es una alianza de partidos con una presencia territorial más específica y eso facilita un funcionamiento del sistema político que reconozca la pluralidad del sistema.
En dos años puede haber un vuelco y que gobierne el PP, incluso con Vox.
Espero que en estos dos años se acaben reforzando esos mecanismos. Lo que se ha hecho con las Conferencias de Presidentes ha sido muy importante, pero se necesita reforzarlo, que las políticas sean más pactadas de forma estructural, no solo coyuntural. Está en juego la madurez de este sistema compuesto. Las autonomías se han consolidado y este Gobierno ha de reforzar este cuasi federalismo que está funcionando. La fuerza de lo territorial gana peso y eso no es pasajero.
¿Podemos llegar a un Estado federal sin necesidad de hacer cambios en las instituciones?
Se podría incluso hablar de un federalismo fáctico, de hecho, que no tiene por qué tener una traducción institucional fuerte.
¿Hacia dónde va Catalunya tras diez años de procés ?
Creo que todo lo que pasó el 2017 es muy difícil que se repita, pero lo que ocurrió afecta a lo que pasa ahora. La propia existencia de la mesa de diálogo contrasta con lo que hizo el PP. Es una posibilidad de construir una nueva realidad. Los indultos favorecen la transición.
Queda pendiente el caso de Puigdemont
La ministra de Justicia, Pilar Llop, decía que el delito de sedición no encaja a nivel europeo con los de desorden o rebelión. La adaptación de nuestro ordenamiento a la lógica europea puede ayudar a resolver lo que queda pendiente, porque hay muchos procesos pendientes.
¿Cómo se ha gestionado el conflicto interno en Catalunya? En la universidad también se han producido enfrentamientos entre sectores favorables y contrarios a la independencia.
La ley de Convivencia ya establece que las actividades académicas han de ser respetadas sin alteración. La universidad tiene que defender siempre ser un espacio de libertad de expresión.
¿Han de expresar los rectores sus opiniones políticas?
Cuando eres rector pasa como cuando eres alcalde, que lo eres de todos. No es que sean apolíticos, pero tienen que ser capaces de representar al conjunto de la comunidad universitaria defendiendo sus propias ideas.
¿Por qué los políticos, incluidos los comunes, han desdeñado tanto la Cultura?
En mi caso no es así. Desde el primer día expresé que para mí la cultura era un elemento central en la vida de la ciudad y que había que reforzar muchísimo la relación entre cultura y educación, cultura y conocimiento, cultura y ciencia. Es una idea clave que me llevo al ministerio. Con el ministro de Cultura me gustaría construir programas conjuntos con instituciones culturales. O incorporar ciencia ciudadana a las universidades. La Bienal de Pensamiento o la Bienal de Ciencia en Barcelona fueron fórmulas para ir más allá de los límites tradicionales.
¿En qué político cercano querría inspirarse?
Pregunta difícil. (Piensa)
Veo que tarda en responder.
El momento de Obama fue muy ilusionante.
Muy cercano no es.
Cuanto más cercano más tendencia a ver los grises. Colau me parece que, con sus virtudes y defectos, tiene gran intuición política y voluntad de cambio. Enrico Berlinguer, en Italia, me gustó mucho por su capacidad para construir relaciones con otras fuerzas políticas. Y recuerdo a mi maestro y director de tesis, Jordi Solé Tura.