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OPINIÓN
IVAN ALVARADO | Reuters17 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.WhatsappMailFacebookTwitterComentar ·Los impactos en el desempleo vienen determinados por la caída de la demanda agregada y por los cambios tecnológicos. Los evidentes desajustes producidos hacen que determinados países y ciertos colectivos sean los que más acusen dichas repercusiones. De esta manera, se observa que son terriblemente corrosivos los datos referidos al nivel de desempleo juvenil (aproximadamente del 40 % en España), al desempleo de larga duración y al aumento de los niveles de temporalidad de las ocupaciones. El desempleo de larga duración está relacionado con la falta de formación de ciertas ocupaciones y por la carencia de perspectivas de sectores y ocupaciones afectadas. Los niveles de temporalidad se vinculan a la calidad y a la pervivencia de las actividades que buscan más la ganancia marginal que una apuesta por la productividad y la sostenibilidad.
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En cualquier caso, los problemas de desempleo obligan a buscar y a consensuar un nuevo marco de relaciones de trabajo. Se trata de actuar tanto sobre la demanda como sobre la oferta; así como por la conexión entre ambas en los distintos segmentos del mercado de trabajo. Se recomienda evitar, por lo tanto, la pasividad; esto es, «esperar a ver si las cosas se resuelven por si solas».
A mi juicio, estamos transitando desde unadel Trabajo (ST) a unade los Trabajos (SdT). ¿Qué significa? Que aparecen diferentes segmentos de trabajo con notables distinciones atendiendo a las edades, sectores, tipos de empresas, temporalidad en la contratación… En la medida que el trabajo se polariza y posee mayor volatilidad, empiezan a tomar cuerpo varias modalidades de contratación, distintas formas de trabajo y multitud de trabajos frágiles y líquidos; en suma, una mayor superficialidad de las relaciones sociales, una creciente incertidumbre y una más intensa exposición a las crisis.
Los avances técnicos y la emergencia de la inteligencia artificial dan pie a formalizar un nuevo reinado: el del desempleo tecnológico, como diría un catedrático amigo. Antes, se compatibilizaban el empleo, el progreso tecnológico y la productividad. Ahora, la sustitución de los trabajadores por máquinas, y de las máquinas por algoritmos, nos va conduciendo al tecno-paraíso de una sociedad con diferentes trabajos; y que apunta a la aparición de diversas subclases urbanas, muy vinculadas al desasosiego y a menores niveles de renta, como estamos viendo.
No solo contemplamos más formas de empleo informales, precarias o atípicas, como afirma la OIT; sino que el fenómeno de la creciente automatización afectará al número de puestos de trabajo, a la calidad y a la capacidad de las personas. Dichos efectos, junto a la evolución demográfica, harán cambiar los niveles de participación laboral y las tasas de actividad. Los últimos trabajos publicados sobre el tema subrayan que, entre los años 2020 y 2030, serán necesario crear más de 300 millones de nuevos empleos en el mundo para dar cabida a un aumento del 8,9 % de la población en edad de trabajar.
Por otro lado, la automatización, que comprende el uso de robots industriales, aplicaciones básicas en inteligencia artificial, TIC, irá en aumento. Los cálculos registran que el número de robots industriales pasó de 400.000 unidades en 1990 a 2,1 millones en el 2017; mostrando una tasa de crecimiento de un 11 % anual a lo largo del período 2013-2017, muy por encima del ritmo del crecimiento económico y del crecimiento demográfico. La pérdida de empleo como consecuencia de la aplicación de los robots se concreta en 39 millones, que serán compensados con nuevas demandas.
Debemos buscar una nueva concepción del desarrollo sostenible que defina una re-adecuación del tejido productivo y que contribuya a combinar el capital físico, humano y tecnológico. En suma, evitar los gastos despilfarradores y potenciar actuaciones basadas en las motivaciones de las personas.
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